CIUDAD DE MÉXICO

Patrick Duffy, quien junto a su padre dirigía un programa de buceo terapéutico para veteranos del Ejército, se inspiró en un tatuaje que era un homenaje para un militar estadunidense que falleció en combate para llevar el arte en la piel a otro nivel.

En ese momento pensé: ‘¿No sería genial convertir ese tatuaje en un relicario?’”, dijo Duffy al diario The New York Times.

¿Poner un pedacito de algo que le importara, incluso una parte de su esposo, en el tatuaje?”.

Luego de trabajar durante cuatro años junto con un grupo de especialistas, Duffy volvió realidad esa idea con Everence.

Con su producto, él y sus socios esperan que se profundicen los lazos entre familiares, amigos y seres amados.

Everence es una sustancia en polvo sintetizada a partir de una muestra de ADN, algo tan simple como un poco de las cenizas resultantes de una cremación o algo de saliva.

Se puede llevar un pequeño frasco del producto a un tatuador para añadirlo a cualquier tipo de tinta.

El resultado es un tatuaje impregnado con el ADN de otro ser humano o, si lo prefieres, mascota.

Sin conocimientos sobre tatuajes o ingeniería biomédica, Duffy se pasó los últimos cuatro años buscando a expertos de ambos campos.

Finalmente, encontró asesores como Bruce Klitzman, profesor adjunto de Cirugía en la Universidad Duke, quien respalda la práctica y dice que es tan segura como las tintas tradicionales para tatuar.

Las posibilidades podrían ir más allá de los tatuajes, ya que ve un futuro en el que las pinturas, los textiles u otros artículos.

Con lo anterior, Duffy y Endeavor Life Sciences, su empresa, se unen a las filas de una lista de biohackers, artistas y tecnólogos que están incursionando en el mundo del tatuaje biogenético.