El autor estadunidense charló con Excélsior acerca del germen de su labor literaria, del poder de lo inesperado y de cómo ha logrado sobrevivir a las nuevas tecnologías, entre otros temas
GUADALAJARA.
Usted ha hablado de la forma en la que se convirtió en escritor. El día que, siendo niño, no tenía una pluma para pedir un autógrafo. ¿Se podría decir que ése fue el momento definitivo de su vida?
No, es una broma. La historia, sin embargo, es cierta. Yo tenía ocho años y fui a mi primer juego de Grandes Ligas. Era 1955, y Willy Mays se había convertido en héroe nacional durante la Serie Mundial de 1954, algunos meses antes. Yo vi por televisión la famosa atrapada que hizo y se convirtió en mi beisbolista favorito. Yo estaba en el juego, en el desaparecido parque Polo Grounds, de Nueva York, y, al final del partido, él estaba ahí en la calle, ya cambiado de su uniforme. Fui a pedirle un autógrafo, pero yo no tenía un lápiz, él no tenía lápiz y mis papás tampoco. Y me fui de ahí muy decepcionado.
¿Así que todo eso es cierto?
Es todo cierto. Él me dijo: “Lo siento, niño. No tengo lápiz, no te puedo dar un autógrafo”. Y desde ahí empecé a cargar una pluma o un lápiz en mi bolsillo. El final de la historia, como suelo contarla, es un poco en broma. Lo cierto es que decidí que, a partir de ese día, siempre cargaría una pluma o un lápiz y me dije que lo haría por si un día tuviera que utilizarla. Y luego, en el siguiente párrafo de la historia, como me gustaría contárselo a mis hijos, digo que así es como me convertí en escritor. Pero no es así, por supuesto.
Y usted, eventualmente, medio siglo después, obtuvo ese autógrafo…
¡Así es! Veo que usted conoce el epílogo de la historia, que es una cosa extraordinaria. Cincuenta y dos años después, a Willy Mays le leyeron en voz alta la historia sus vecinos, quienes eran amigos de unos amigos míos, y él casi rompe en llanto. Estaba muy conmovido y firmó una pelota de beisbol y sus amigos se la dieron a mis amigos y ahora yo la tengo...
Pero, de todas formas, ¿piensa que si hubiera tenido una pluma ese día, aun así se hubiera vuelto escritor?
Sí, claro. Puedo recordar mis primeros impulsos para escribir. Era yo muy joven. Tenía nueve años. Así que no fue mucho después de la historia con Willy Mays. Estaba caminando un sábado por la mañana hacia un pequeño parque en el pueblo en el que vivía y acababa de empezar la primavera; podía sentir lo increíble que era que el invierno se estaba terminando y el clima templado empezaba a llegar y me dije: 'Quiero escribir un poema de esto'. ¿Por qué? No lo sé. Así que me interné en el pequeño pueblo y compré una libreta y una pluma. Me senté en el parque y escribí, probablemente, el peor poema que jamás ha leído la humanidad en toda la historia. Pero hubo algo que ocurrió en ese momento de escritura que generó un sentimiento que nunca había experimentado antes. Un sentimiento de conexión con el mundo a mi alrededor en una forma que no conocía. Y fue tan estimulante sentir esa conexión que seguí escribiendo después de eso. Así que he escrito casi toda mi vida.
¿Cómo se interesó usted en el poder del azar, de la casualidad para definir la vida de las personas?
Bueno, no creo que eso sea lo único que defina la vida de las personas. Es sólo una cosa que yo remarco, porque sucede con mucha frecuencia. Lo inesperado estalla en nuestras vidas todo el tiempo. Esta es la definición de la palabra accidente, ¿no? Digo, accidente es una palabra que, en el idioma común, significa algo inesperado, algo que usualmente es dañino para nosotros. “¡Oh! Tuve un accidente de auto o tuve un accidente, me caí de la escalera y me rompí una pierna...” Bueno, cuando te despiertas por la mañana, no estás esperando que caigas de las escaleras y te rompas una pierna, sólo pasa. Y mucho en la vida es así. Mira, ustedes pasaron por un temblor terrible en México. Las personas no se despertaron en la mañana diciendo: “Bueno, creo que hoy va a haber un temblor, mejor me preparo para ello”. Sólo ¡pum! Pasó, ahí lo tienes encima de ti. Y puede matarte. Y esta es la forma en la que el mundo funciona. Solamente trato de ser fiel a mi opinión de la realidad.
En Nadja, André Breton dice que no existe el destino, sino que nuestra vida está guiada por millones de decisiones individuales, ¿qué piensa de eso?
Creo que está en lo correcto, no por nuestras decisiones necesariamente, sino sobre todo por las decisiones de alguien más. Si vives en la Alemania nazi, tu vida va a estar guiada por las decisiones de Hitler, por ejemplo. Alguien está tomando una decisión. Digo, estamos sentados en esta habitación, en este hotel. Y todo en esta habitación, todas las luces, la madera de estas paredes, fue idea de alguien, alguien pensó “quiero que las luces se vean así” y pusieron las luces. Quiero madera en los muros para que se vea de esta manera, pero podría ser completamente diferente. La idea de alguien más podría hacer que para nada se viera así.
Usted ha descrito el oficio de escribir como un trabajo solitario que quizá no es recomendable para cualquiera…
Bueno, sigo apegado a eso. No es algo que la mayoría de las personas quisiera hacer. No creo que mucha gente quiera vivir su vida encerrado en cuartos cada día, poniendo palabras en pedazos de papel. Creo que muchas personas tienen que dormir sus horas, tienen que hacer eso. Las personas que se convierten en escritores y también en pintores, que es el mismo tipo de actividad solitaria, o compositores de música, cualquiera de las artes... estos oficios atraen a las personas que tienen un gusto por estar solas, que lo disfrutan. No es para nada un asunto complicado. No tengo problema estando ese tiempo solo, conmigo mismo. Y, además, siempre siento que esta obsesión de hacer arte que, en mi caso, comenzó temprano, y creo que en la mayoría de las personas, como yo, comienza temprano, creo que es una especie de enfermedad y la pescas y nunca te recuperas. Pero la mayoría de las personas no se contagia. Aunque cuando te contagias, ni modo, no puedes hacer nada más, estás solo en ese camino por el resto de tu vida.
¿Podría decirse que la casualidad es el eje de su más reciente novela, 4 3 2 1?
Yo diría que lo inesperado. El concepto de lo inesperado es el que mejor captura lo que estoy pensando. El libro trata sobre el desarrollo humano. Hay cuatro versiones de la misma persona. Lo tomo desde su nacimiento hasta su adultez temprana, el tiempo de los cambios más rápidos en el ser humano. Los cambios más turbulentos ocurren en los primeros 20 años de la vida de cualquier persona. Cada uno de los niños en mi libro, a pesar de que son genéticamente idénticos a los otros, vive distintas circunstancias; sus papás están en distintas circunstancias financieras; viven en pueblos diferentes; tienen amigos diferentes y experiencias diferentes y en cada caso se desarrollan distinto. Pesan mucho las circunstancias, incluso más que la genética, creo yo.
Usted ha contado que sigue pasando a máquina sus manuscritos. ¿Por qué esa resistencia a la tecnología, a los teléfonos celulares, a las computadoras?
De hecho, escribo a mano, en cuadernos, y luego transcribo los textos en mi vieja máquina de escribir mecánica. Pero, claro, éste es un nuevo mundo. Tengo a alguien que, después, toma lo escrito y lo pasa a la computadora. Así que cuando lo entrego a la editorial es la versión digital, que es lo que ellos quieren. Precisamente, acerca de la nueva era digital que estamos viviendo tengo muchos sentimientos encontrados. Veo los beneficios y también veo los efectos dañinos que ha creado. Yo no tengo computadora, tampoco teléfono celular, soy como un dinosaurio en todo esto y me las ingenio para sobrevivir. Si la gente necesita estar en contacto conmigo buscamos cómo lograrlo. Y veo a todos los que conozco, mi esposa incluida, abrumados por los correos electrónicos y todos se quejan de los correos que tienen sin contestar; es imposible seguir el ritmo.
¿O sea que usted no quiere acabar así?
¿Por qué tendría que hacerlo? Viví perfectamente bien antes y ahora sobrevivo sin esas cosas. Escucha, si tuviera 20 años lo haría, pero tengo 70 y no siento la necesidad de ir hacia lo digital.
Usted seguramente ha visto las largas filas aquí en la Feria del Libro, vio ayer la multitud que se reunió para escucharlo… ¿No es extraordinario que el libro, este artículo que tal vez mucha gente piensa es obsoleto en los tiempos de los medios de comunicación digitales, siga creando este tipo de sensaciones?
Es muy interesante y sorprendente. Escucha, la mayoría de las personas no son lectores de libros, pero hay miles de personas allá afuera que encuentran un gran placer en la literatura. Y creo que lo que estamos olvidando son dos cosas: uno, la gente tiene una necesidad nata enorme de historias. Es algo que experimentamos desde los primeros años de nuestra infancia. Cada cultura ha creado sus mitos e historias acerca de ellos, desde las sociedades más primitivas hasta las más sofisticadas. Luego, en la parte más alta de esta hambre de historias, creo que una novela es el único lugar en el mundo, tal vez el único lugar que habrá en el mundo, en el que dos extraños se conocen en absoluta intimidad. Piénsalo, es una colaboración entre el escritor y el lector. Y cada lector lee un libro diferente, porque cada lector trae su vida y experimenta algunos recuerdos del libro. Es una intimidad extraordinaria. Y creo que la gente quiere acostumbrarse a esto; lo aman tanto que quieren seguir experimentando ese sentimiento y esa es la razón por la que la gente sigue leyendo libros.
Y ellos sienten, según escribió usted en una de sus novelas, que poseen al escritor por un tiempo…
Algunas veces eso puede pasar. La gente puede volverse un poco demente con eso, también, por esa conexión íntima. Y luego algunas personas son un poco desbalanceadas, pueden cargar eso muy lejos.
Estos tiempos son confusos para muchas personas. Usted mismo ha aceptado que los tiempos siempre han sido confusos, pero las personas solían tener una especie de explicación. Hubo el marxismo, hubo el fascismo, diferentes teorías para ordenar la confusión. Usted ha hablado y escrito sobre esto. ¿Necesitamos alguna explicación de los tiempos que vivimos, alguna teoría nueva?
Creo que sí, y creo que no ha habido una nueva gran idea desde el marxismo. El marxismo falló, pero por 150 años fue como una segunda religión para la gente. Los creyentes en el marxismo tenían una visión de cómo debía ser el futuro. No creo que tengamos ningún buen argumento cultural para resistirnos al capitalismo y, por eso, el capitalismo está triunfando en todos lados; creo que esto está creando mucha infelicidad y mucha confusión. Porque el capitalismo ha generado cualquier cantidad de resultados milagrosos, pero también una miseria increíble en millones y millones de personas.
¿Había estado en México antes?
Sí, dos veces. Vine por primera vez en 1972.
¿Qué encuentra de atractivo en México en términos de literatura?
Bueno, creo que no sólo es México, es toda Latinoamérica. Es un caldero burbujeante de hombres libres y creo es uno de los lugares más excitantes en la vida y las personas se preocupan por ello. Producen muchos escritores y poetas y creo que es algo por lo que México y los países en Sudamérica deben sentirse muy orgullosos, de que han hecho una gran contribución al mundo, de lo que ha pasado en esta parte del mundo.