Muy buenos días estimable lector, gracias, muchas gracias, por la confianza que nos demostró este año 2017, esperando de Usted que, con esa generosidad continúe leyendo nuestro periódico El Independiente, el próximo año 2018, deseándole por este medio un cumulo de felicidad en compañía de todos sus familiares y amigos en el futuro año 2018.
Inicio escribiendo esta
columna, que este año 2017 vivimos una rebeldía contra el exceso injusto de un
gobernante federal, contra la medrosa pasividad de la justicia, contra la
actitud abusiva de un poderoso, contra esa terrible sociedad odiosa y farisea
que valora a los pueblos por el oro que poseen. Vivimos para nuestra desgracia
en un país que no tienen todavía el sistema de justicia que reclama, la
consecuencia de ello es la inseguridad, así como la impunidad que nos amenaza y
corrompe constantemente a las instituciones. Esperamos para el próximo año 2018
que el país se coloque en el centro de sus preocupaciones implantando un
sistema de procuración y justicia eficiente y con credibilidad, que sea
detonador de una nueva cultura de legalidad, eficiencia y honestidad, “Fuera
Corrupción”.
Vivimos todo el transcurso del
año 2017; una corrupción que degrado la vida pública, no solo porque fue una
bajeza moral, sino sobre todo porque es una de la expresiones más aberrantes de
ineficiencia y del mal uso de sus recursos “SEAMOS CLAROS”, el próximo gobierno
del 2018, tiene el enorme reto de restablecer la confianza de sus pueblo en la
habilidad de los gobernantes, de asegurar el crecimiento económico, la
seguridad, el bienestar social y la justicia; procesos legales y
administrativos transparentes; una reducción masiva de la corrupción, una
reforma educativa y de calidad, y finalmente generar inversiones suficientes
para promover empleos dignos y bien remunerados para todos nuestros hermanos
mexicanos.
Hoy vivimos una realidad, las
transformaciones en los ámbitos legal e institucional, han sido insuficientes
para recuperar la credibilidad ciudadana en las instituciones a cargo de
procurar e impartir justicia y de disminuir los niveles de inseguridad. El
diagnóstico es negativo y reconoce crudamente que, no se cumplen los valores
perseguidos en las materias de seguridad, justicia y derechos humanos.
En general la ciudadanía siente
gran desconfianza hacia los órganos responsables de la seguridad y la justicia,
que adolecen de ineficiencia, de exceso de formalismos y de poca celeridad en
las funciones que desarrollan, así mismo como de fenómenos amplios de
corrupción. Entre la ciudadanía existe un profundo sentimiento de frustración.
De indefensión e irritación ante la incompetencia que demuestran las
autoridades para combatir la delincuencia y el crimen.