Diario El Independiente
Diario El Independiente

Noticias de BCS, México y el mundo.


Hoy es viernes, 22 de noviembre de 2024

Víctor Manuel Mendiola: 'el mal está en la vida'

El poeta y editor publica La bruja, libro que propone una reflexión moral y estilística sobre la maldad en el ser humano

Víctor Manuel Mendiola: 'el mal está en la vida'

CIUDAD DE MÉXICO. 

No hay inmoralidad sin ruina. El mal, dice Víctor Manuel Mendiola, corroe el interior de los hombres: “al final de cuentas el mal toca nuestras vísceras, toca nuestro cuerpo y de esa manera toca nuestra conciencia, nuestra integridad moral, el mal echa a perder nuestras vidas y nos causa un dolor en la conciencia, pero es curioso... el mal trastorna la vida interior de nuestro cuerpo, nos trastorna orgánicamente”.

El poeta, novelista y editor ausculta en su nuevo libro “el mundo terrible que estamos viviendo” y la manera perpetua de caer inevitablemente en la malignidad. La bruja (El Milagro, 2017) es una exploración moral y estilística en torno a una condición negativa que, dice el poeta, “toca inevitablemente a todos; en mayor o menor medida nos enfrentamos al mal porque el mal no es algo ajeno, está en la vida”.

Para acercarse al tema, Mendiola (Ciudad de México, 1954) ha construido una breve fábula contemporánea, hilvanada a manera de híbrido que puede leerse como un poema, un cuento, una novela o un guión. La bruja como personaje, ha sido concebida como en las historias más clásicas: es un ser con la capacidad de tomar diferentes formas, que gusta de la noche y que deambula por las calles en busca de víctimas. A su paso, habrá de encontrarse con un niño, una joven y un hombre sobre los que esparce sin piedad, su perversa malicia.

La bruja esencialmente en mi poema es un ser maligno y con el poema, a través de la bruja, lo que a mí me interesa representar es, ¿qué nos sucede cuando nos toca el mal o cuando entramos en contacto con el mal? El mal, que no solamente está fuera sino también dentro de nosotros y cómo el contacto con el mal trastoca nuestras vidas”.

La bruja está compuesto de 42 escenas que brincan entre un género y otro; todos, verso y prosa, diseccionados hasta la sílaba. Incluye, incluso como en una obra dramática, el recuento de los personajes que intervienen y los escenarios, objetos y momentos del día en los que se desarrolla la fábula. La hibridación entre géneros, dice Mendiola, ha sido común en la literatura del siglo XX pero la diferencia en su texto, “es que no sólo son recursos diversos, sino que son contradictorios, estoy usando de manera muy consicente, por un lado un discurso lineal y por el otro un discurso simultáneo”.

Uso por un lado la instantaneidad, que está en cierta poesía del siglo XX y al mismo tiempo, el tiempo dilatado que ocurría en las historias de antes. Hay una cierta clase de fusión entre prosa y poesía; en el texto hay prosa y hay momentos que son versos, versos, no solamente poesía y prosa, sino verso y prosa literalmente, entonces hay una sincronización contradictoria de estos recursos, no solamente hay una sincronización de elementos diversos, eso está asumido de manera muy consciente y como una postura muy definida”, cuenta.

En esa sincronización de contradicciones, Mendiola depura al máximo el ritmo de su poesía, una poesía clásica que abreva de una historia de más de dos mil años, pero también de los recursos con los que la han dotado poetas contemporáneos: “muy buenos poetas como Octavio Paz o Borges, le dieron al verso clásico más agilidad, más profundidad, ellos no abandonaron el verso clásico como no lo abandonó López Velarde y como no lo abandonó Villaurrutia, por poner un caso, como de otra manera no lo abandonó tampoco, aunque parece que sí, un poeta como Gonzalo Rojas o una poeta como Idea Vilariño”.

Víctor Manuel Mendiola piensa que muchos poetas en la actualidad se han olvidado del verso clásico y en su lugar hacen prosa cortada. Eliminar el verso, dice, “es como si tú eliminas las matemáticas o el álgebra”. Por eso, no ve otra salida que regresar al origen: “yo creo que la poesía del siglo XXI va a regresar al verso a pesar de que muchos poetas lo han eliminado, poetas torpes que podrían ser magníficos, son torpes porque no manejan el verso, hacen prosa cortada. El verso libre sólo lo puedes entender desde el verso clásico y el verso libre no es libre, en realidad es una combinación muy bien pensada de acentuaciones pares con acentuaciones impares”.

¿Regresar al verso es la salvación de la poesía? “Salvación sí, hay una parte en donde la poesía ha sufrido una degradación en el siglo XX, no solamente por la pérdida del verso, sino por la pérdida de la anécdota, de la historia, de la composición, la pérdida del sentido sinfónico que puede tener un poema y la pérdida del sentido, los poetas sacan el sentido y dicen que el poema tiene que ser eso que llaman el artefacto verbal, que ¿quién sabe qué es? Por eso se ha reducido tanto el lector de poesía”, considera.

En el Prólogo de La bruja, otro poeta, Armando González Torres, dice que Mendiola “hace confluir prosa y verso, música verbal y representación dramática, anécdota narrativa y resolución poética”. El ritmo de lo que escribe nunca olvida la imagen y, como se trata de maldad, ésta es repugnante, escatológica, fuerte, depravada: después de toparse con la bruja, el niño queda desamparado.

El mal siempre está allí”, dice Mendiola, “y es curioso, está en los lugares más inocentes, en los parques, en las escuelas de niños, lo ves en donde la gente hace ejercicio porque la maldad busca esos lugares; son lugares de caza, uno se tropieza con el mal en la calle, aquí, en mi historia, en mi cuento, en mi novela, en mi poema, en mi guión, estos tres personajes se topan con el ser maligno y los trastorna”.

La bruja “es una exploración del dolor moral que está en consonancia con el mundo terrible que estamos viviendo, no sólo en Mexico, sino en Estados Unidos, en Europa, en el Medio Oriente, en la india, está en consonancia con eso, pero no me estoy refiriendo a casos concretos sino al daño tremendo que nos hace no tener conciencia, no tener una conciencia moral y no tener conciencia de que el mal nos transforma y siempre nos seduce a través de formas que parecen
inocentes”.