· “Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo…del miedo al cambio” Octavio Paz
El 20 de noviembre marca un parteaguas
en Baja California Sur. El artero asesinato del presidente de la Comisión
Estatal de Derechos Humanos, Silvestre de la Toba Camacho develó el estado de
indefensión en el que cada ciudadano en esta Media Península se encuentra.
Junto con él, falleció su hijo, dejando lesionadas a su esposa e hija.
Si bien, el comentario general y bien
puntualizado, en muchas familias ha sido en el sentido que no es la única
víctima inocente a quien le arrebataron la vida, porque desde que esta cruel
guerra o enfrentamiento (no sabría cómo denominarlo, toda vez que la autoridad
a la fecha no ha tenido a bien la conciencia y respeto por la gente de aclarar
qué está pasando en realidad). Muchas madres, padres de familia lloran y viven
la pena de la pérdida en medio de la “deshonra” porque lo más grave en esta
situación es que tampoco la autoridad ha tenido la capacidad de “desmarcar” a
quienes han sido daño colaterales; les ha sido mucho más sencillo meter a las
víctimas en un solo costal: culpables.
Sin embargo, es a partir del 20 de
noviembre que el temor ha invadido con mayor fuerza a la sociedad
Sudcaliforniana; pues exhibió lo endeble que es la “estrategia” que las
corporaciones de seguridad están aplicando, donde el nivel de “inteligencia” y
acción a la fecha nadie lo ha podido constatar, pues resultados no se han
visto. Al contrario pareciera que el caos se ha apoderado de Norte a Sur.
Lo grave es que el cruel atentado fue
contra una de las instituciones que debieran servir de refugio a cualquier
ciudadano, para ser protegidos por los abusos de autoridades; lo grave es que
si se vulneró al defensor de derechos humanos, ahora quién querrá asumir la
responsabilidad; y mientras tanto, a quién podrá acudir la ciudadanía. Porque
entre el miedo, la desconfianza también está creciendo.
A ello se suma, que seguimos viendo
los desaguisados de Mendoza, quien no da una, pese a pagar muy bien a empresa
consultora para el manejo de imagen. Si hacemos un recuento, desde que ha hecho
crisis la violencia en Baja California Sur, las reacciones han sido
“caricaturescas”, con tintes de enojo, en donde sus frases han marcado
distanciamiento no solo con las víctimas sino con el resto de la población,
porque lejos de abonar a la unidad, han sido más constantes los regaños y el
aventar la culpa a la sociedad; sin asumir la responsabilidad que tiene como
gobernador, olvidando también el compromiso aquel que hiciera en campaña.
Para infortunio de Mendoza y su
esposa, se les ocurrió acudir a los servicios funerales de Silvestre de la
Toba, y con justa razón, en medio del dolor e incertidumbre, un familiar lo
increpó, le echó en cara el dolor que están viviendo ante la caída de dos
inocentes en sus familias. El gobernador lejos de haber acudido sin la compañía
de funcionarios y medios de comunicación, llegó con todo el acompañamiento que
generó más la reacción negativa en las familias. Sabiendo las condiciones de
dolor a la violencia vivida, lejos de tratar de ser más sensible y humilde,
quiso aparentar ser “magnánimo”, al grado que el despliegue lo hizo quedar en
ridículo, sobre todo al atreverse a querer dar entrevistas (cuando en otras
ocasiones las niega y hasta se molesta) justo al salir de la funeraria,
lamentable, vulgar.
No creo que aprenda la lección un ser
que le ha caracterizado la soberbia, que no permite nadie le diga las cosas,
vaya, ni los de su equipo más cercano. El considerarse con la razón absoluta lo
ha convertido en el peor gobernador de la entidad, y apenas van dos años.
Y sus amanuenses habrán de defenderlo
siempre, obvio, reciben jugosas cantidades de dinero. Es de destacarse la
petición planteada por la diputada Federal, Xóchitl Hernández Colin, quien sin
ser Sudcaliforniana, pero si, conocedora de su gente, pidió la renuncia del
ejecutivo estatal; acompañada por el líder de Morena, Alberto Rentería Santana,
quien también asumió el sentir de la población. No escuchamos a Ernesto Ibarra,
Jisela Páez, Herminio Corral, Esthela Ponce; ni a los Senadores haciendo un
exhorto, exigiendo resultados, pareciera que les ha pasado la violencia de la
entidad como si nada. Y los legisladores locales, pues ni para mención; porque
desde el momento que no se ven resultados y pese a que les ordenaron modificar
la constitución para poder contratar al disque procurador, no han sido capaces
de exigirle cuentas. (no olvidemos que en medio de la sangre la incidencia de
los delitos del fuero común han ido a la alza como espuma).
¿Qué sigue en Baja California Sur?;
¿Hacia dónde vamos?; ¿Quién nos defenderá?. Es claro que la sociedad ha quedado
en medio de una situación que ha perdido el control por completo. Lamentablemente,
la sangre sigue corriendo, el dolor permeando en los corazones, el sabor amargo
de la desolación invade a cada ciudadano.
¿Cómo se podrá reconstruir la
confianza, entre las familias?; ¿Cómo podremos sentirnos seguros aún caminando
por cualquier calle? Si el miedo sigue avanzando, se paralizaran las
actividades productivas; las y los Sudcalifornianos ni idea tenían de lo que
era el vivir en la violencia constante, en la incertidumbre.
En
la búsqueda del “hueso” muchas cosas se pueden decir, según el líder del PAN
(Anaya), expuso a sus consejeros nacionales, que la violencia en las entidades
gobernadas por los azules era orquestada por el gobierno federal para restarles
puntos en las elecciones del 2018. Sin sustento, solo la acusación; sin
importar las y los muertos, sin pensar en el dolor. Todo sea por el poder, por
llegar a imponer amigos, compadres y sustraer el erario público, ya sea con
empresas constructoras o proveedoras. La gente, siempre al fin