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Hoy es lunes, 25 de noviembre de 2024

Zurdo Mendieta; vuelve por vicio y amistad

El escritor sinaloense Élmer Mendoza retoma en su más reciente novela, Asesinato en el parque Sinaloa, a uno de los detectives más famosos de las letras mexicanas

Zurdo Mendieta; vuelve por vicio y amistad

CIUDAD DE MÉXICO.

Si un hombre vale tanto por sus amigos como por sus enemigos, un detective sin amigos ni enemigos adolece de fortuna y destino y pronto estará acabado, tal como lo demuestra Edgar el Zurdo Mendieta en Asesinato en el parque Sinaloa, la más reciente novela de Élmer Mendoza (Culiacán, 1949), la quinta y penúltima entrega de uno de los detectives más famosos de las letras mexicanas, quien, a punto de retirarse, desencantado y hastiado por la violencia, debe volver para aclarar el asesinato de Pedro Sánchez, hijo de su mejor amigo, quien fue asesinado por su novia, Larissa Carlón, quien aparentemente lo arrojó a un pozo y más tarde se suicidó.

Lo que más me importa en cada novela que escribo es atrapar a ese lector contemporáneo dentro de este universo literario, lo cual es bastante difícil de conseguir”, acepta en entrevista el también autor de Un asesino solitarioBalas de plata.

Por eso en esta entrega encontrarás la idea que quiero desarrollar, con una historia donde el lenguaje carga con la la herencia de la novelística de los años 60, de Juan Rulfo, Fernando del Paso y el “boom” literario, pero desde la novela negra, mostrando que lo importante es el tratamiento de ese delito que aparece en la prensa, desde un ángulo literario me permite recrear una gran cantidad de emociones”.

¿Qué refleja el Zurdo de la sociedad que lo rodea?, se le inquiere al narrador y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua (AML). “Son varias cosas, pero vamos a poner dos sobre esta nueva etapa de este Zurdo. Por un lado está el hecho de que todos bebemos, en mayor o menor grado, o que tenemos una adicción tan autodestructiva como el alcohol, la cual intentamos dominar. Y está el hecho de que la mayoría de los mexicanos somos tan miserables que lo único que nos queda es la lealtad a los amigos, así que alguien que no tiene amigos o que no es capaz de ser leal a un amigo... está acabado. Eso es lo principal del Zurdo”.

¿Por qué es perseguido y acosado el Zurdo a lo largo de esta historia? “Porque quizá valemos tanto por los enemigos como por los amigos que tenemos. Digamos que el Zurdo concentra una combinación perversa que nos ayuda a indagar en el conocimiento y la importancia de esta sociedad. Además, es inevitable porque este personaje es policía, un detective que a lo largo de cinco novelas ya tiene una historia y significa que tiene amigos y enemigos. Aunado a esto, sabemos bien que en el mundo del hampa los enemigos se hacen muy fácil, como puedes descubrir en esta novela”.

¿Es cierto que escribes desde una zona de confort? “No es así. Yo tenía dudas de escribir La prueba del ácido justamente por eso que acabas de señalar, porque no puedo ser un autor instalado en una zona de confort. No puedo serlo. Así que en cada novela intento provocar. ¿Cómo lo hago? Creando un instrumento o artefacto literario cargado de música y referencias poéticas, que capte el vértigo del lenguaje y consiga estimular el gusto del lector para que se sientan vivos”.

¿Cómo se origina este artefacto? “Bueno, a mí me gusta la literatura hermética y durante mucho tiempo me introduje en la nueva novela inglesa y francesa y, aunque nunca me encontré ahí, debía leerlo. Sin embargo, yo creo que la novela policiaca tiene ligas muy sutiles culturales entre los lectores y la
novela.

“En ese punto la música y la cita a autores conocidos, que la gente lee o ha leído, cumplen esa función. Al final, en el intercambio con los lectores aparece eso y es muy agradable que tú propusiste una canción y lo llevó a escuchar un CD o quizá lo llevó a tomarse un trago y estuvo a gusto. Eso es parte de lo que deseo crear con el universo de mis lectores: enriquecerlos, que tengan una historia para compartir, y al mismo una historia que estimule sus gustos y los haga sentirse vivos, ¡carajo!, que los haga celebrar estar vivos... y esa es la función de estos artefactos”.

EL POZO

 

Un elemento autobiográfico que Élmer Mendoza depositó en esta historia fue el tema del pozo, cuando decidió que el cuerpo de Pedro Sánchez, hijo de Abel Sánchez, sería arrojado al fondo del pozo en el parque Sinaloa, donde recrea una atmósfera surrealista.

Ahora que lo pienso, hay una tradición de pozos en la literatura que están relacionados con el delito, pero lo mío es más bien con la poesía. Porque cuando era niño leí Canek, de Ermilo Abreu Gómez, y me impresionó esa parte cuando el cielo se ve reflejado en el pozo. Entonces me quedé pasmado. Muchos años después conocí la Alhambra, en Granada, en un castillo con albercas de 10 centímetros para reflejar la noche y doblar el mundo, que era una cosa que atraía a los antepasados árabes”.

Sin embargo, aquel pozo del parque Sinaloa no era profundo ni reflejaba el cielo o las estrellas porque estaba relleno de tierra. “Y cuando vi aquella imagen no sufrí una desilusión al no encontrar las estrellas o el doblaje del mundo, y fue hasta ahora que supe que en ese pozo era donde tenía que ser encontrado Pedro Sánchez”, detalló.

¿Qué es lo que hace diferente a esta novela de lo que ya conocemos en la realidad de nuestro tiempo? “El tratamiento de ese delito donde tengo claro el porqué, pero no el para qué. Eso va a apareciendo conforme el trabajo se va esclareciendo. En este caso yo tengo el sitio, es decir, ese parque que me gusta mucho y que lo he visitado muchas veces, donde está ese pozo que siempre ha atraído mi atención. Al igual que ese árbol donde Pedro es detenido y que a la larga servirá para encontrar las motivaciones ese culpable tan inteligente que es capaz de eliminar la razón por la que ha matado a Pedro, pero eso deberá descubrirlo el lector”.