XALAPA, VERACRUZ

“Mi hija desafortunadamente o más bien afortunadamente ya está en el cielo y que tuve la fortuna de contar con todos ustedes para encontrarla porque sabemos que hay muchísimos casos de mujeres de niños de jóvenes que sus familias siguen teniendo la incertidumbre después de meses años y de verdad vivir una situación así es un verdadero infierno”.

Así con la voz entrecortada y llena de dolor agradeció el apoyo Gabriela Miranda, la madre de la joven Mara Fernanda Castilla, asesinada presuntamente por el conductor del taxi que la llevaría a casa.

Enfundados en prendas blancas, con flores del mismo color, los familiares y amigos de Mara Fernanda Castilla recorrieron las calles de Xalapa, Veracruz y exigieron justicia.

No tengo la fuerza que quisiera tener para que salieran de mi boca las mejores palabras hace apenas unas horas enterramos a mi hija y es una emoción muy dura, es algo que pensé que nunca iba a pasar pensé que mis hijas y van a ser las que me enterraran a mí y no yo a ella”, sostuvo Gabriela Miranda.

La relevancia que tomó el caso a nivel nacional llevó a la madre de Mara a pedir que su hija sea la última víctima de la violencia.

Queremos justicia para mi hermana y todas las personas que están desaparecidas, todas las personas que han sido privadas de su libertad todo este tiempo ha sido un martirio y estoy segura que la vida sin mi hermana va a ser muy difícil”, dijo Karen Castilla, hermana de Mara.

Siempre tenía una actitud demasiado positiva y una energía que te contagiaba bastante y yo sé que ahorita en donde se está mejor que en este mundo y solamente me queda decir que siempre la voy amar”, recordó Adolfo Jaid, amigo de la víctima.

El abuelo de la joven, Edmundo Miranda agradeció qué movimientos como la manifestación de Xalapa se estén rentando en todo el país por todas las mujeres.

Es la semilla que no va a dar el 20 y el 40 va a dar más del 100 porque está generando un movimiento que lo convocó a alguien muy superior a nosotros creamos o no”, sentenció.

En el ambiente se sentía el coraje y la indignación por un crimen que no debió ser.