San José del Cabo, Baja California Sur.- Maquinaria pesada despeja la carretera transpeninsular en el vado de Santa Rosa, ciudadanos que por ahi pasan, miran lo que Lidia arrastró, mientras sus habitantes lo recorren como zona de guerra.

La tierra aún está mojada, palmas arrancadas de raíz, una bota negra, la bata de baño, un trozo de una vieja computadora y autos enterrados, que similan barcos encallados, fueron la realidad después de Lidia en el lugar.

Algunas personas aprovechan para quitarles piezas a los autos esperando poder revenderlas y sacan así lo mejor de la tragedia, para aportar al sosten de sus hogares, eso si, todos conscientes de lo que en su interior pudieran hallar.

"En la mañana encontramos a una persona allá abajo y mire, ese auto de allá tiene placas, pudiera saberse de quién es [...] de esas máquinas que limpian la carretera, debiera haber unas aquí sacando estos autos", compartió un ciudadano josefino.

Una familia de cinco personas que caminaba por la zona se dicen sorprendidos pero afortunados de estar con bien.

"Nos fuimos a un albergue y ahorita venimos a ver nuestra casa que está más arriba, no pasó tanto como de este lado que el vado esta a un nivel más bajo, lo importante es que estamos bien", manifestaron.

Sentados a la orilla del arroyo, el patio trasero de su vivienda, una familia convivía, con sus sonrisas a salvo por haber sobrevivido al poder de la naturaleza, por solo haber sido testigos y no parte de lo que la tormenta dejó a su paso.

Lidia llegó y en unas horas se llevó lo que de inicio nunca debió estar ahí, esas miles de familias que hoy sufren la promesa incumplida de Odile, de que como otras en Los Cabos, la vista de su hogar sea el mar y no el cauce de un arroyo.