Detrás del poder hay sangre, odio y traición, y aquí te ofrecemos los momentos más impactantes de la exitosa serie de televisión de HBO en su actual séptima temporada
MADRID.
En apariencia, la crueldad no sirve para conseguir ningún fin objetivo. En apariencia, al menos. Porque para satisfacer los más bajos instintos de la mente humana, para devolver con creces el daño recibido o por el simple placer de proporcionar dolor de forma gratuita, la crueldad, si, es bastante útil. La serie Game of Thrones (Juego de Tronos) lo ha demostrado en incontables ocasiones y, si no, que le pregunten a Cersei Lannister por esa 'virtud' de la que se ha hecho maestra.
"Tu hermana es una enfermedad", le dice Olenna Tyrell a un condescendienteJaime, con más razón de la que el hermano de la reina siquiera sospecha. No hay mejor definición para quien es capaz de aplicar el mismo veneno que mató a su hija a la pequeña Serpiente de Arena, a la hija predilecta de Ellaria Arena y Oberyn Martell, para que se pudra lentamente ante los ojos de su madre. Hay cosas que ni las manos de La Montaña consiguen.
Sin embargo, no es este el único ni el más sádico de los momentos que se han visto en Game of Thrones, una serie en cuyas plazas se ha toreado a lo más vil de la raza humana. Algo digno de lo que alabarse, pues pocas escenas a día de hoy son capaces de sobrecoger los corazones de los espectadores al nivel que lo han conseguido algunas de la serie de HBO. He aquí un breve repaso a las mejores:
Sólo un loco es capaz de confundir la justicia con la crueldad más absoluta y despreciable. Y en todo Poniente pocos hay tan justos y desequilibrados como Stannis Baratheon. Capaz de aplicar una muerte tan aterradora como la que sufrió su hermano Renly, quedaba claro que nadie escaparía a su voluntad. Pero pocos esperaban que quemara viva a su propia hija, uno de los personajes más puros de la historia, con el fin de conseguir la victoria en batalla. Apenas se ve a Shireen arder, pero sus gritos bastan para estremecer el alma de cualquiera.
Como un mal paso, así lo quisieron vender. Pero Bran Stark era un experto trepador, todos lo sabían. ¿Cómo iba a caerse con tanta torpeza desde el torreón de Invernalia? Pero nadie supo entonces lo que vio, o de haberlo sabido la historia de Juego de tronos había concluido en el episodio piloto. El secreto más profundo de Jaime y Cersei, los hermanos Lannister, la relación incestuosa más peligrosa de los Siete Reinos.
Más o menos. De ser así, al menos hubiera debido perder la mano izquierda, la que arrojó a Bran al vacío convirtiéndolo en un tullido. Pero, a veces, la justicia es poética, como el amor, y ambos se le vuelven en contra a Jaime Lannister y de la peor manera posible: despojándolo de la mano que le hacía uno de los guerreros más temidos de Poniente. Al menos aprendió una valiosa lección. Hay personas para las que el oro no significa nada a cambio de la sangre.
Si hay alguien capaz de rivalizar, incluso superar a ciertos Lannister en materia de sadismo, sin duda ese es el otro gran bastardo criado entre las frías nieves del Norte, Ramsay Bolton. Si su apellido ya inspira poca confianza entre las gentes de su tierra, sus acciones le conceden el título de verdadero heredero de ese clan de desolladores de hombres. Sin embargo, en esta escena se supera. No hay nada más cruel que hacer creer a tu enemigo que todavía tiene una posibilidad de escapar a tu furia.
A vueltas con el bastardo de Roose Bolton. No es para menos. En esta ocasión el objeto de sus torturas es Theon Greyjoy, hasta entonces diana de los desprecios de muchos espectadores de la serie. Después, el lastimoso Hediondo. ¿Qué quedó en el camino? Muchos trozos de piel y sangre, pero también aquello de lo que más se enorgullecía el heredero del trono de las Islas del Hierro, su virilidad. Y es que nadie como Ramsay para arrebatar a las personas aquello que más les importa.
Lo que le sucedió a Jon Nieve esa noche infernal a las puertas del Castillo Negro sólo se explica a través del fanatismo. El de ser Alliser Thorne, por supuesto, pero también el del pequeño Ollie y el resto de miembros de la Guardia de la Noche que apuñalaron a su Lord Comandante hasta la muerte. Claro que la muerte, a esas latitudes, siempre ha sido un concepto relativo.
Nadie duda de la habilidad en combate de la Víbora Roja de Dorne, ni de su superioridad ante la mismísima Montaña. Pero las ansías de venganza de Oberyn hicieron que su ocasión pasará, en un simple descuido, a manos de su enemigo. Ser Gregor Clegane aprovechó su oportunidad para derribar a Oberyn y acabar con su vida como hizo con la de su hermana Elia Martell, la esposa de Rhaegar Targaryen: aplastando su cabeza con sus propias manos y desparramando los sesos de la serpiente por los suelos de Desembarco del Rey.
Hasta que Ramsey hizo su aparición en la serie, pocos podían imaginar que existiera ser más detestable en Juego de tronos que el por entonces Rey de los Siete Reinos, Joffrey, según él, de la Casa Baratheon. Como todo niño cruel y mimado, en posesión de todo el poder del mundo, más valía no estar demasiado tiempo en sus proximidades. Se podía salir mal parado por un simple capricho. Por ello, el juguete favorito de su sadismo era su prometida, la pobre Sansa Stark, a quien obligó a mirar durante largo rato la cabeza decapitada de su padre clavada en una pica.
Tal vez el ejemplo más claro de la importancia de aprovechar al máximo los momentos con tus seres queridos. Jaime Lannister apenas tuvo tiempo de confesarle a su hija Myrcella quién era en realidad y esta, a su vez, de asegurarle que ya lo sabía y lo quería como un padre. Al instante, el veneno de las Serpientes de Arena hace efecto y Myrcella muere en los brazos de Jaime, entre vómitos de sangre y la mirada aterrada de este. Con el tiempo, los Lannister no tardarían en devolver el golpe.
Se ha convertido en el mayor de los lugares comunes a la hora de hablar de los momentos más impactantes y crueles en Juego de tronos, pero es que lo ha conseguido por méritos propios. Para todos aquellos que llegaron vírgenes de spoilers al desenlace de Las lluvias de Castamere, nombre del episodio, y para todos aquellos que algo sabían o sospechaban, para todos en definitiva, la Boda Roja quedaría grabada a fuego en sus memorias. Como en las de todos lo norteños, porque el Norte recuerda.