• Acertado veto del gobernador Carlos Mendoza a la reforma sobre legítima defensa promovida por el diputado panista Alfredo Zamora en el Congreso del Estado • La medida anunciada por Carlos Rochín, jefe de la oficina del ejecutivo estatal busca el bienestar de la población en términos de igualdad, equidad, justicia y por supuesto libertad • Nadie puede privar al ciudadano el derecho a defenderse, pero tampoco invitarlo a desbordar esa defensa y a privar de la vida a otra persona
La reforma al código penal que permite modificar lo que hasta
ahora conocemos como “legítima defensa” o que para muchos es considerado algo así
como “una licencia para matar”, y que fue promovida en el Congreso del Estado
por el diputado panista, Alfredo Zamora, fue vetada el pasado viernes por el
gobernador Carlos Mendoza Davis, por considerar que tal iniciativa puede
afectar a la ciudadanía en general.
Por supuesto que la medida del mandatario estatal que está
sustentada en los recursos legales que tiene a su alcance para emitir una
postura de esta naturaleza, es definitivamente positiva pues en la reforma al
código penal que establece tácitamente la posibilidad de que la ciudadanía en
general, en un momento dado pueda tener armas en sus casas y quitarle la vida a
quien considere que lo agrede.
El tema no puede quedar fundado por el legislador que hizo la
propuesta tan sólo en el hecho de que exista un mayor índice de inseguridad que
los registrados en años anteriores.
La legítima defensa ya está considerada en nuestra ley, por ello
las apreciaciones del ejecutivo no son solo adecuadas, sino muy pertinentes ya
que la tarea fundamental del gobernante es hacer prevalece el bienestar común
de una sociedad que tiene claro que tener facilidades para matar, no es por
supuesto la mejor manera de enfrentar el fenómeno delincuencial.
Por ello este veto del gobernador Carlos Mendoza que fue dado a
conocer en conferencia de prensa por el jefe de la oficina del ejecutivo Carlos
Rochín, en compañía del director de comunicación social de gobierno estatal, Jesús
Sobarzo, está basado en tres grandes argumentos que vale la pena no perder de
vista.
El primero de estos razonamientos,
“busca proteger un derecho que tiene cualquier ciudadano, conocido como exceso de
legítima defensa, de poder aplicar una penalidad menor al delito al que pudiera
haber incurrido una persona al defender su vida, la de otros o al proteger sus
bienes, pero que al hacerlo hubiese incurrido involuntariamente en un exceso”.
La segunda argumentación se formula “para
impedir que se puedan generar espacios de impunidad disfrazados de defensa
propia, ya que la reforma plantea que, al encontrarse el ciudadano dentro de su
domicilio, no habrá delito alguno que pueda castigarse si se ejerce la legítima
defensa, lo que puede derivar en abusos muy serios”.
Y un tercer argumento que establece que
“el veto del Ejecutivo pretende proteger los derechos de los menores,
consignados no solo en la Constitución Política sino en los tratados
internacionales de los que México es parte, pues esta reforma, elimina por
completo el deber de evitar lesionar a un agresor cuando este es menor de 18
años salvo que se trate de un ataque grave”.
Vale decir que este recurso con el que
cuenta el gobernador Carlos Mendoza forma parte de la dinámica de la separación
de poderes y donde por supuesto los legisladores tendrán que hacer las consideraciones
legislativas necesarias para volver a tocar este tema en el que está claro que
debe prevalecer por encima de cualquier diferencia el bienestar de la población
en términos de igualdad, equidad, justicia y por supuesto libertad.
Habrá que esperar luego de este veto,
que se registre el debate adecuado a la altura de este tema que se espera, cuente
con la participación de los especialistas en la materia para que los legisladores,
si así lo consideran puedan replantear esta iniciativa, por lo pronto vetada por
el ejecutivo estatal.
Esperemos que así sea y que nadie olvide que la presunción de legítima defensa ya existe en la ley,
en términos más cautelosos y moderados, que no le privan al ciudadano el
derecho a defenderse, pero tampoco lo invitan a desbordar esa defensa y a
privar de la vida a otra persona sin pensarlo y sin mayor preocupación.
¿No le parece así amable lector?