Hoy se inaugura en el Museo Nacional de Antropología la muestra que reúne el trabajo facsimilar que realizó el etnólogo y arqueólogo alemán
CIUDAD DE MÉXICO.
Cuando sólo tenía 25 años, Leo Frobenius (1873-1938) ya era un reconocido africanista. Después de dedicarse durante seis años a publicar diferentes estudios, el etnólogo y arqueólogo alemán decidió iniciar un periplo maravilloso: de 1904 a 1935 –sólo tres años antes de su muerte– dirigió 12 grandes expediciones, principalmente al norte de África y el sur de Europa, que cambiarían la manera de ver el mundo.
Frobenius, quien inicialmente parecía destinado a convertirse en comerciante como su padre, armó un nutrido equipo de trabajo que incluía varios artistas. Maravillado con las historias del descubrimiento de la cueva de Altamira, que había sucedido en 1868, se lanzó en busca de cavernas y muros revestidos de pinturas rupestres que le ayudarían a fortalecer sus ideas acerca de que las culturas evolucionan por un impulso creativo que se comparte de manera geográfica.
Durante más de tres décadas, el alemán logró recabar más de tres mil 500 registros de esos primigenios trazos, que no sólo eran simples copias sino versiones facsimilares de lo asentado en piedra. Por primera vez, más de un centenar de los originales de esos dibujos realizados durante las exploraciones del africanista, se exhiben a partir de hoy en el Museo Nacional de Antropología (MNA) como parte de la exposición Frobenius, el mundo del arte rupestre.
Frobenius llevaba a sus expediciones un grupo de artistas que hacían copias fieles, exactas, de los grabados en las cuevas; al morir en 1938 tenían alrededor de tres mil 500 facsímiles en su archivo, con esos facsímiles en el año de 1937 se organizó una exposición que llegó al Museo de Arte Moderno de Nueva York, hace 80 años, él viajo a Estados Unidos en compañía de uno de sus ayudantes, dio conferencias y el hombre murió al año siguiente, esta exposición es la recuperación de esa exposición con una nueva curaduría”, cuenta Antonio Saborit, director del MNA.
Él trabajaba un año en gabinete y un año lo dedicaba a la expedición, durante un año o más se iba con todo su equipo, y analizaba todo en un instituto independiente, que él mismo creó. La muestra quiere dejar que la mirada nos conduzca, que conduzca nuestro asombro frente a estas maravillosas series y por otra parte permitirnos conocer de manera más puntual su procedencia, su sentido, el sentido que se les dio, todo aquello que la ciencia añade a la experiencia estética”, agrega Saborit.