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Hoy es domingo, 24 de noviembre de 2024

Beatriz del Carmen Bazán; mujer de estoica presencia

La viuda de José Luis Cuevas no es, dicen algunos, “la mujer que secuestró” al pintor. ella, que nació en Campeche y también es artista plástica, tiene tres hijos de un primer matrimonio

Beatriz del Carmen Bazán; mujer de estoica presencia

CIUDAD DE MÉXICO.

Beatriz del Carmen Bazán: sonrisa tímida, mirada serena y temple firme. Rígida. Contenida en las palabras. De presencia estoica. Impecable en su atuendo. Estricta en la perfección personal, la de su casa en San Ángel y la del Museo José Luis Cuevas, su museo. Esa es la imagen de la viuda del artista, el que acaparó siempre los reflectores del arte. Es la instantánea pública que ella construyó alrededor de su papel como esposa de uno de los grandes pintores de la Ruptura en México. La mujer de Cuevas.

Imagen que en casa se desvanecía entre amigos. Rigidez que se diluía hacia la compañera cariñosa, sonriente a carcajadas, liviana en su vestir. La esposa atenta de su hogar. Esmerada en cuidados para con su Cacho, como le llamada a Cuevas. Preocupada lo mismo por detalles de jardinería que por el destino de la obra de su esposo. Enamorada del arte, primero el del Gato macho, y después el propio, sus óleos abstractos y figurativos que mantiene en un segundo plano.

Así la describen sus amigos. Ellos, que rechazan la imagen de “la mujer que secuestró a su esposo”: curadores, artistas y personalidades de la cultura que expresan respeto por alguien que, aseguran, es cordial, cariñosa y amigable. Difieren de las acusaciones que las tres hijas de Cuevas hicieron sobre Bazán al asegurar que maltrataba al artista. Rechazan de inmediato cualquier comentario negativo sobre ella, e incluso se niegan a hablar al respecto, como el crítico literario Adolfo Castañón: “Sé que Beatriz del Carmen es una persona discreta y respetuosa”, ataja.

Y otros, como la directora del Centro Experimental de Arte Gráfico, Livia Arias, y el curador Ricardo Camacho, coinciden en la imagen amigable y cordial. Un trato de confianza en las tantas visitas que le hicieron en su casa, y en las que ella los recibió con las puertas abiertas.

Arias, hija del pintor Gustavo Arias Murueta, describe la casa de los Cuevas con olor de hogar: “La conocí cuando llegué su casa en una visita inesperada para invitar al maestro Cuevas a una exposición que preparábamos en la Fundación Sebastian. Llegamos a una casa familiar. Olía bonito, olía a hogar, a ese toque femenino”. Y a diferencia de la negativa a las tres hijas del pintor para dejarlas entrar, Bazán la recibió gustosa. Siempre acompañada del artista fallecido el 3 de julio pasado.

Camacho recuerda cómo en varias ocasiones sorprendió a la viuda de Cuevas vestida cómodamente de jeans o pantalón deportivo en su casa. “Por el ego de toda mujer, me decía que le daba pena, pero lo tomaba muy relajada”, rememora el curador sobre Bazán, quien después de despedir a su esposo en el homenaje póstumo en el Palacio de Bellas Artes no ha aparecido en público.

Y tal vez esa imagen serena frente al público tenga origen en su seno familiar. Beatriz del Carmen Bazán es hija de Antonio Bazán Carvallo, que perteneció a la Armada de México, y sobrina del general Antonio Riviello Bazán, quien fuera secretario de la Defensa Nacional durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari. Es originaria de Campeche. En su primer matrimonio tuvo tres hijos: Marcelo, Beatriz y Paulina Quintanilla. Y eso sí, oculta bien el dato de su fecha de nacimiento. Vanidad femenina.

Estudió pintura en la Escuela de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, camino que la llevó hasta el estudio de José Luis Cuevas en 2001. Siete meses tardó en aceptar una relación con el artista, quien como joven quinceañero anunció su noviazgo en diciembre de 2002, y meses después —el 25 de julio de 2003— se casaron por lo civil. Esta fue la primera ceremonia de las 15 diferentes que celebraron. Una boda por el rito masón, otra con los mayas, los huicholes, nahuas, en Xochimilco a bordo de una trajinera y los mazahuas en Valle de Bravo. El 28 de julio de 2006 se casaron por la religión católica en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México.

Excentricidad que se le puede atribuir al enfant terrible, reconocido por su coquetería desde joven. Una posición de macho que desapareció con su segunda esposa. Bazán declaró en una ocasión que, al casarse con ella, Cuevas dejó a todas sus amantes. “Cuando decidimos oficializar nuestro amor fue cuando él dejó la poligamia para siempre y también a la amante que tenía desde 1982”, mencionó a la prensa en 2009. Y ella le enseñó, confesó el artista, a amar por segunda vez. Y de pasó aprendió a bailar danzón.

Amor que, a decir de sus amigos, se hacía presente a la menor provocación. “Se hablaban de manera muy dulce. José Luis Cuevas tenía un carácter duro cuando se trataba sobre su obra, pero el resto de su trato era cariñoso. Una preocupación mutua increíble”, recuerda Ricardo Camacho. “Beatriz del Carmen le decía: ‘Cacho, ¿estás bien, necesitas algo?’”. Y agrega Livia Arias: “Platiqué con ella el día que murió el maestro y lo que me comentó es que extrañaría mucho escuchar cómo le decía: “Beatriz, te amo”.

DE LA FIGURACIÓN A LA ABSTRACCIÓN

Poco se sabe de la obra plástica de Beatriz del Carmen Bazán aunque ha participado en algunas exposiciones colectivas. Como la última edición de la muestra por el Día Mundial del Arte en abril pasado en el Museo José Luis Cuevas, que dirige desde 2005. Ahí expuso un óleo de carga surrealista. La imagen, explica Camacho, era un reloj que podría encontrar muchas influencias de Salvador Dalí.

Pero en su casa, asegura, también hay cuadros figurativos y esculturas. “Después de estudiar tomó algunas clases, en su momento, con el maestro José Luis Cuevas, su obra tiende a ser figurativa, aunque también hay cosas abstractas. Sus esculturas son interesantes”, apunta sobre la pintora que conoció a su esposo cuando le pidió apadrinar su primera exposición en una galería de la Zona Rosa.

Tal vez no hay tanta difusión de su obra como la tuvo José Luis Cuevas, creo que hay algunas artistas, las esposas o hijos de grandes creadores, a veces quedan un poco opacados”, refiere el curador. En la colección el museo fundado hace 25 años por el pintor y su primera esposa Bertha Riestra —quien falleció en el 2000— hay registro de la obra de Bazán, pero no se detalla ni la cantidad ni el tipo de piezas.