Lo derecho es lo decente
Los
sudcalifornianos vivimos hoy entre la zozobra provocada por la inseguridad en
las calles y alentada por criminales organizados que al parecer llegaron para
quedarse, y la evidente inutilidad de los partidos políticos como organismos de
la sociedad que deberían estar ocupados señalando con índice de fuego y
demandando férreamente a los gobiernos en turno para que hagan la parte que les
toca y no solo eso, que la hagan bien;¡¡¡¡ nuestro pueblo se lo merece!!!!
En
Baja California Sur, los dirigentes de prácticamente todos los organismos
políticos, han abdicado a la gran opción de utilizar sus plataformas y su poder
de convocatoria –si es que les queda-, en principio, para impulsar un debate
serio sobre los temas que como la inseguridad, preocupan y al mismo tiempo,
exijan a los tres órdenes de gobierno que cada quien asuma su responsabilidad y
ofrezcan resultados tangibles que generen confianza en la ciudadanía,
demostrando democracia.
¿Qué
está pasando? Todo está podrido en Dinamarca, ahora bien; La pasividad, el
entreguismo y la incapacidad de quienes dirigen los partidos políticos, desde
el P.R.I. en el poder, o la oposición que representa el PRD y MORENA, o vaya
hasta los partidos satélites parecen ser una “oposición a modo” cooptada y amigable.
Los partidos no son simplemente para legitimarse en el poder o acceder a él,
los partidos son entes de interés público, entre otras cosas para promover la
participación ciudadana organizada, son pues un vehículo que debería estar
actuando decididamente frente la impotencia de la sociedad, que especialmente
en La Paz y Los Cabos, no tiene límite y tiende a desbordarse, ante la mirada
atónita de todos, ¿Cuánto nos cuesta el
voto en México?
CONCLUYO:
¿Cuántos muertos más necesitan para encabezar una movilización social frente a
la inacción de una autoridad cada vez más pasiva? Otro Ayotzinapa, ¿Dónde están
los liderazgos políticos? La respuesta es muy sencilla, no existen; Los
sudcalifornianos estamos observando la violencia como parte de la normalidad
democrática y eso es un craso error.
Tampoco
hemos percibido suficientemente que la escalada de violencia nos afecta a
todos, no solo a quienes han perdido un miembro de su familia o su patrimonio,
afecta también directamente a nuestra economía, desalienta la inversión y
trastoca las posibles alternativas para el acceso empleo digno, Mi pregunta final,
¿A quién le tocará realizar el recuento de los daños?