El caso de Mireya Agraz, quien envenenó a sus hijos menores de edad y después se suicidó, es uno de los muchos que se han registrado de asesinatos entre familiares
MÉXICO
El espeluznante caso de Mireya Agraz, quien este año, en complicidad con sus padres, envenenó a sus dos gemelas y a su hijo menores de edad y después se suicidó con un coctel de pastillas, es uno de los muchos asesinatos entre familiares.
Al saberse descubierto de robar dinero a sus padres, líderes cristianos en Tamaulipas, Jonathan Rodríguez los secuestró y encerró en una camioneta, donde los mató de un tiro a la cabeza, en 2016.
El sujeto fue detenido en Tampico por agentes de la Policía Ministerial, quienes lo trasladaron a la cárcel municipal de Tampico, donde lo pusieron a disposición de la justicia.
El hijo del cineasta León Serment planeó, junto con su novia, y pagó 100 mil pesos por el asesinato de cada uno de sus padres, cometidos en 2016, en la Ciudad de México.
El 27 de agosto de ese año, Serment fue asesinado de 46 puñaladas durante un supuesto asalto, en calles de la ciudad.
Un mes más tarde, en septiembre, los mismos asesinos que acabaron con la vida del cineasta mataron a su esposa, al ahorcarla con una soga dentro de su casa.
Ambos autores intelectuales y los dos materiales están recluidos en cárceles capitalinas.
Enojado porque su mamá le tiró al caño sus cervezas, César Ramírez, de 18 años, mató de un golpe en el estómago a su madre, en Chihuahua.
Tras propinarle un golpe letal que le fracturó varias costillas a su progenitora, César salió de su casa para seguir de fiesta con sus amigos.
El sujeto fue detenido en marzo de 2016, un mes después de que su alcoholismo lo condujo a acabar con la vida de su madre.
El 14 de mayo de 2015, un grupo de cinco niños y jóvenes de 11 a 15 años asfixiaron, apuñalaron 27 veces y le arrancaron los ojos a Christopher, de 6 años, primo de tres de ellos, en Chihuahua.
El asesinato sucedió accidentalmente, según declaraciones de los jóvenes, quienes dijeron que sólo jugaban al secuestro.
Debido a que son menores de edad, únicamente los dos adolescentes de 15 años recibieron 10 años de cárcel, mientras los otros tres, de 11, 12 y 13 años, viven en un albergue.
Enfurecido porque su madre lo regañó por haber llegado tarde y ebrio a casa, un joven de 17 años la apuñaló hasta matarla, en la colonia Roma, el 2 de junio de 2014.
Los vecinos reportaron a las autoridades que del interior del lugar del crimen provenían gritos de horror, sin embargo, cuando los agentes llegaron, ya no había nada que hacer.
El menor fue puesto a disposición del Ministerio Publico de la delegación Cuauhtémoc, donde se le inició una averiguación previa por el delito de homicidio doloso en grado de parentesco.
El 13 de diciembre de 2013, la psicóloga, Venus Valdez Ponce, de 23 años, mató a su madre al propinarle 32 puñaladas, porque sentía que no la comprendía.
“Si volviera a nacer, la volvería a matar", aseguró la asesina sin un atisbo de remordimiento por haber acabado con la vida de su progenitora, en Tepic, Nayarit.
En mayo de 2013, Ana López, de 17 años, mató a sus padres adoptivos, Efrén, de 90 años, y Albertina, de 70, con ayuda de su novio y un amigo de él.
Era un viernes 6 de mayo, cuando los jóvenes asfixiaron, inyectaron cloro en la garganta de los adultos mayores y calcinaron los cadáveres, crimen por el que Ana Carolina purga una pena de 15 años de prisión en Chihuahua.
Porque fumaba y trabajaba, Noé Ramírez, mató de un golpe en la cabeza a su esposa, en 2013, con quien procreó tres hijos.
Tras enterrar el cuerpo en un taller mecánico, en Nuevo León, el sujeto les hizo creer a sus allegados que la mujer se había fugado con otro hombre.
Con total cinismo, el asesino se mantuvo en contacto y convivió con sus suegros, a quienes les hizo creer que estaba buscando a su mujer en diferentes estados de la República.
Enloquecido porque no le prestaron dinero, Juan Castañeda mató a tiros a sus padres y a su hermano y hermana, con la ayuda de un vecino, en Guanajuato.
El hijo mayor de la familia Castañeda Flores consumó el múltiple asesinato dentro de la panadería que tenían sus papás en la planta baja de su casa, en la colonia 10 de Mayo, en León.
Tras el crimen, cometido en 2015, ambos asesinos fueron detenidos y encarcelados.