• En ese lugar murió una princesa llamada Humai, hija de la reina Mayibel y del hechicero Chamán guaycura, según el Archivo Histórico Pablo L. Martínez
La Paz, Baja California Sur.-
En el Cerro de la Calavera murió poco antes de la llegada de los primeros
españoles a la península una princesa guaycura lo que convirtió al lugar en su
sitio de adoración, según el Archivo Histórico Pablo L. Martínez.
"A la muerte de su madre toma el puesto de reina guaycura, la cual a pesar de ser adorada por su tribu, era odiada por los grupos rivales. La joven reina enfrento sus ejércitos al ataque de los Aripes comandados estos por el gran caudillo Atupa, quien soñaba con reinar la región", dice Gilberto Ortega Avilés, investigador del archivo.
"Después de varios
intentos fallidos, Atupa se declaró vencido y se refugió con sus tropas en la
Isla Espíritu Santo" desde donde planeo "conquistar el corazón de la
reina Huamai, mandando en muchas ocasiones emisarios portando cestos de ricas
pedrerías y valiosos amuletos, regalos que aquella rechazó".
De acuerdo con el
investigador, Atupa juró vengarse y para ello puso su campamento sobre la
costa, donde salió una noche en que la reina contemplaba el paso de la luna
desde lo alto del cerro, "con la intención de ultrajarla por la fuerza y
consumar así su venganza, satisfaciendo al mismo tiempo sus deseos
amorosos".
Ortega Avilés dice que, al
verse acorralada, Huamai sacó de sus vestimentas reales un pedernal de piedra
roja y clavándoselo en el corazón se lanzó al vacío, una planta de pitahaya
a la que acudía en busca de flores pareció alargar sus brazos y la atrapo
evitando que cayera al precipicio.
Los soldados guaycuras al reconocer
"el valor desmedido de la reina" acudieron al lugar donde con el
tiempo se formó la figura de la calavera que hoy en día conocemos a depositar
toda clase de ofrendas.
Los españoles encontraron en
dicho lugar muchos desechos de cestos de palma que tenían pedrerías, según el
archivo.
"Relatos posteriores a la
llegada de Cortés, aseguran la existencia de un buen número de tesoros que los
españoles en su precipitada huida, enterraron con el fin de recuperarlos
después" los cuales "aún son buscados por aventureros que dan por
ciertos los fantásticos relatos", agrega Ortega Avilés.