El director mexicano de cine Alejandro Iglesias Mendizábal afirmó que con el pretexto de perder las llaves en un montón de hojas secas, su largometraje aborda diferentes temas
CIUDAD DE MÉXICO
Hace algunos años, el director mexicano de cine Alejandro Iglesias Mendizábal perdió sus llaves en un montón de hojas secas en un parque, luego de aventarse sobre él como pura diversión con sus amigos. Tal anécdota es la premisa de su más reciente cinta a la que tituló Sopladora de hojas, que se estrenó con 30 copias en la Ciudad de México, Puebla, Morelos y Estado de México.
La película, que fue presentada en 2015 en el Festival Internacional de Cine de Morelia, aborda, con el pretexto de la pérdida de las llaves, la amistad entre tres adolescentes protagonizados por Alejandro Guerrero S., Paco Rueda y Fabrizio Santini, quienes se enfrentan a la toma de decisiones en una relación, a la elección de estudiar o no hacerlo, a la muerte de uno de sus amigos, al juego casi infantil en su proceso de crecimiento, al enamoramiento y el deseo sexual y a la inquebrantable relación entre los tres.
Iglesias Mendizábal señaló, en entrevista con Excélsior, que la idea de este largometraje surgió hace 12 años, por lo que la satisfacción de verla concretada y lista para el ojo del público, es inmensa.
“Es abrumador darte cuenta que se logran las cosas que planeas y que esto que surgió de una idea hace 12 años se pudo realizar. Me dan ganas de hablar con el Alejandro de 14 años de edad, cuando decidí que sería cineasta, y decirle, en 20 años vas a tener tu película en los cines.
“Me conmueve mucho la sensación de pensar en mí mismo de adolescente, justo en esta etapa, en la que no sabía exactamente qué quería hacer, pero que sabía que quería hacer películas. Empecé cargando cables y repartiendo café en los rodajes del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), así que poder haberla hecho con amigos, es un panorama ideal”, afirmó Iglesias Mendizabál.
El director, quien realizó el guión con Luis Montalvo, el también fotógrafo de la cinta, Carlos Sosa y Samuel Sosa, precisó que el tema en el que le interesaba profundizar era, básicamente, en el proceso de crecer y afrontar responsabilidades.
“Habla de darle la bienvenida a la adultez, que siempre da mucho miedo, y todo l o q u e conlleva eso como afrontar tus temores, concientizar la muerte por primera vez, pero siempre con la idea de cómo la amistad hace un poco más digerible o posible la transición, por medio de ser empujado por ellos para que crezcas y tomes decisiones.
“En mi caso así fue. Los amigos fueron un espejo en el que me permití verme reflejado. Es mucho más fácil ver en los otros lo que no están haciendo, lo que está pasando, pero cuando te lo dicen ellos es cuando empieza el proceso, que siempre viene desde un lugar amoroso, desde el confort que da la amistad”, dijo.
La idea base del director fue retratar un día cualquiera en la vida de los tres amigos y dejar entrever sus diferentes historias, siempre con la sensación de que lo que sucede no es realmente importante, pero con un ligero acercamiento, puede ser fundamental en ese momento de sus vidas.
“Debajo de este día subyace un día realmente importante, a pesar de no parecerlo. Lo importante no era que pasaran cosas extraordinarias, sino que lo épico estuviera en el proceso interno de cada personaje”, concluyó.