Por lo menos esta fecha parece quedar clara ya para los priistas interesados en tratar de llegar a alguna posición
• Para julio definitivamente será el cambio de dirigencia estatal del desesperado PRI
• El tricolor estatizado ante la negativa de sus líderes a ceder en acuerdos de “unidad”
• Ricardo Barroso aspira a dirigir el PRI y Esthela Ponce a ser candidata al Senado
Mientras que la dirigencia nacional del PRI hace todo lo posible por evitar perder la elección en el Estado de México dentro de pocos días, en Baja California Sur, este partido aún no encuentra una definición clara sobre su nueva dirigencia que parece que ahora sí será renovada a mediados del mes de julio.
Por lo menos esta fecha parece quedar clara ya para los priistas interesados en tratar de llegar a alguna posición dentro del comité directivo estatal de este organismo político que entre las cosas que ha perdido ha sido el tiempo, un tiempo que está claro que jamás recuperará.
De hecho, se asume que el cambio en la dirigencia municipal tricolor de La Paz, no se ha podido acordar porque se espera que vaya en un paquete de negociación junto con lo que será la nueva presidencia estatal
Mantenerse a la expectativa como algunos priistas proponen para ver cuánto se benefician con el supuesto desgaste que esperan pueda tener el partido en el poder, es decir el PAN, como producto de su lucha interna, es un autoengaño más que mantiene a los priistas literalmente estatizados.
Con un dirigente nacional de la CROC en el senador Isaías González que poco se ha movido en las últimas fechas por impulsar en su partido una propuesta propia y con una diputada federal como Esthela Ponce, indiciada ante la PGR y que se ha refugiado últimamente en Veracruz mientras que mantiene en el olvido su media península, he permitido a Ricardo Barroso enfocarse en tratar de alcanzar la dirigencia del tricolor en su afán por obtener algo antes de que concluya su actual responsabilidad.
Obviamente lo que preocupa a muchos priistas es que desconocen si las pretensiones de Ricardo Barroso son las de alcanzar la dirigencia de su partido otra vez para aspirar a la candidatura a la alcaldía paceña en el 2018 o solo para tener una posición que le permita no quedarse sin nada una vez que concluya su periodo como senador.
Por su parte, queda claro que Esthela Ponce a pesar de tener ahora un enorme desprestigio ciudadano, no pierde de vista impulsar la figura de Anita Beltrán, una de sus más fieles colaboradoras, para que llegue a la presidencia estatal de su partido, pero que políticamente no cuenta con el nivel adecuado a las circunstancias que exige un partido que literalmente está agonizando.
Así que a mediados del mes de julio se espera que finalmente haya renovación de dirigencia estatal priista, cuando ya se encuentra literalmente encima el proceso político con miras al nombramiento de precandidatos a las diputaciones federales y locales, alcaldías y por supuesto las senadurías en las elecciones del 2018.
Sin embargo, para transitar estas medidas el tricolor tendrá que hacer una serie de acuerdos internos que por lo que se ve hasta ahora sus líderes locales parecen no estar de acuerdo en aterrizaros, pues implica ceder.
Y nadie quiere ceder absolutamente nada.
Quizás la solución para los desesperados priistas sea que el nuevo presidente de su partido sea una figura emergente, no tan expuesta y tan desgastada como los mencionados y que por los menos es genere la esperanza de que alcanzarán un nivel competitivo adecuado.
Mientras esto sucede en el tricolor, el PAN que dirige Rigoberto Mares, trabaja sin mayores problemas hasta ahora en el contacto con su respectiva base social y en la conformación de su estructura política-electoral aunque no se puede descartar la posibilidad de que una vez que se perfilen nombres de candidatos surjan los descontentos.
Cálculo que también tendrán que hacer en su momento los panistas, si no quieren también por su parte, saborear como en el PRI, las amarguras de la desunión.
Ya veremos.