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Hoy es sábado, 23 de noviembre de 2024

Instrumentistas más allá del género, rompen arquetipos

CIUDAD DE MÉXICO. Las mujeres ya no son la excepción en el mundo de los timbales, el saxofón, las trompetas y la batería. Así lo confirman a Excélsior instrumentistas como

Instrumentistas más allá del género, rompen arquetipos

CIUDAD DE MÉXICO.

Las mujeres ya no son la excepción en el mundo de los timbales, el saxofón, las trompetas y la batería. Así lo confirman a Excélsior instrumentistas como Gabriela Jiménez Lara, Alejandra Rosas Olvera, Sofía Zumbado y Liliana Rodríguez, quienes hablan sobre el panorama que enfrentan en el ámbito musical, y cómo ha sido el proceso para eliminar las etiquetas de género en sus respectivos instrumentos.

La primera en hablar Jiménez Lara (Ciudad de México, 1963), timbalista y percusionista principal de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México (OFCM), y de la Sinfónica de Minería (OSM); reconoce que este instrumento ha sido habitualmente identificado para intérpretes varones.
“Podríamos mencionar orquestas como la de Berlín que, por años, estuvo integrada sólo por varones, pero poco a poco se incluyeron maestras. Ahora, en el mundo de los timbales es cierto que se le asocia como instrumento masculino, porque necesita de mucha fuerza y total determinación”, explica la instrumentista que ha encontrado lo sublime en piezas como la Novena Sinfonía de Beethoven, la Consagración de la Primavera, entre otras obras.
“He encontrado en los timbales una dualidad femenino-masculino, yin yang, blanco y negro, perspectiva interesante que muestra ese rasgo femenino característico en el que puedo manejar diferentes texturas.” Lo cierto es que, eventualmente, esta instrumentista sí ha hallado un panorama lleno de escepticismo, donde a ciertas personas no les gusta ver mujeres en ciertas posiciones de la orquesta. “Es una cuestión personal y nada que ver con la música. Sin embargo, en los timbales he descubierto posibilidades infinitas y cada día estoy más feliz por ello”.
Todo a pulmón
También habla Alejandra Rosas Olvera (Ciudad de México, 1976), quien se ha convertido en una de las trompetistas más versátiles. Ella se inclinó por este instrumento por influencia de su hermano, “que abandonó el instrumentó, pero a mí me gustó y decidí estudiarlo junto a una carrera de administración de empresas, porque entonces dudaba si podría vivir de la música”. De entonces a la fecha ha pasado casi una década y, en ese trayecto ha encontrado otro panorama. “En la última década se ha desatado una mayor presencia de mujeres en el ámbito de la música, particularmente un mayor número de trompetistas en las aulas de la Facultad de Música de la UNAM y en otras instituciones educativas”, instrumento que en el pasado era tradicionalmente destinado a los hombres.
“En este ámbito, claro que he hallado resistencias. Es como en cualquier otro: una cuestión cultural, educativa y, obvio, una no está ajena a ello en este campo dominado por hombres. Sin embargo, lo que al final te da un lugar es tu desempeño”, explica.
Y junto a su trabajo como solista se ha dado tiempo para la investigación, como la vida y obra del trompetista mexicano Rafael Méndez, que hoy se encuentra en el olvido. Pero más allá del trabajo académico, se inclina por la ejecución de su instrumento, “que me ha ayudado a superar inseguridades, a confiar en mí misma y encontrar una forma de expresarme, en foros como el Cenart, la Fonoteca Nacional, el Alcázar del Castillo de Chapultepec, entre otros foros.
UN DOBLE ESFUERZO
También figura la saxofonista Sofía Zumbado (San José, Costa Rica, 1982), quien llegó a México desde hace 11 años y hoy encabeza numerosos proyectos como solista, en el Festival de Saxofones de la UNAM, ha colaborado con la Camerata Metropolitana, en un agrupación de música hindú y como vendedora de accesorios para saxofón y clarinete; y ha grabado el disco Disparate y locura, con obra de Marvin Camacho. Ella entró al mundo de la música por la vía del piano, pero a los 11 años se rebeló y le pidió a sus padres la oportunidad de dedicarse al saxofón; ha encontrado en los últimos años poca resistencia en el mundo de la música, donde lo importante ha sido demostrar.
“No sé si es una idea de ciertas mujeres o no, o si es políticamente correcto hablar de un machismo real en el campo laboral. Lo que sí creo, tal vez, es que una mujer que ocupa un espacio en un campo mayoritariamente masculino, tiene que demostrar mucho más que un hombre, así que es necesario hacer el doble de cosas para que sea notorio tu trabajo profesional. Porque si esa mujer no llega realmente a destacar en su campo, se convierte en una más que lo intentó”, reconoce.
Y sobre su especialidad afirma: “El saxofón es un instrumento relativamente nuevo, un instrumento que se ha adaptado a todo tipo de géneros, desde el rock y la salsa, hasta el merengue, pop, electroacústica y de cámara; es un instrumento fácil de transportar, estético, llamativo, y accesible y de muchos registros”.
MEJOR QUE MUCHOS HOMBRES
La última en hablar es la baterista Liliana Rodríguez (Ciudad de México, 1985), señalada como una de las mejores bateristas de hoy, quien encontró un lugar muy grato en el ámbito de la música. “En mi caso nunca he enfrentado discriminación, porque las personas con quienes he trabajado nunca han hecho un juicio negativo con base en que sea mujer-músico-baterista. Afortunadamente, hasta ahora, más que discriminación he recibido comentarios como ‘¡Tocas mejor que muchos hombres bateristas!’”, comentó en entrevista. El problema está en otro lado. “Lo más difícil que ha enfrentado es la falta de respeto o seriedad que se le da a la profesión en sí misma, a los músicos y artistas en general en nuestro país; desde el nicho familiar que no considera nuestra profesión como un trabajo de ‘verdad’, hasta las personas que solicitan nuestros servicios y no quieren pagar de forma leal y justa”. Añade: “No sé si hay una razón por la que no hay muchas mujeres que se inclinan por la batería y la música en general, pero cada vez hay más; hay apertura dentro del medio, menos tabúes y prejuicios; eso me da mucho gusto”. Para ella la música es libertad, expresión, energía y amor. “La batería es el motor de una canción; sostiene y mantiene en sincronía a la armonía y melodía. La batería, dando el groove y tempo es la que crea y da una base, forma, da dinámica y movimiento a la canción”, concluye.