CIUDAD DE MÉXICO. “La literatura es una casa dentro de mi casa, es mi verdadero espacio, porque ahí hago lo que quiero”, afirma la escritora y periodista Cristina Pacheco (1941). “Puedo repetir 20 veces un
“La literatura es una casa dentro de mi casa, es mi verdadero espacio, porque ahí hago lo que quiero”, afirma la escritora y periodista Cristina Pacheco (1941). “Puedo repetir 20 veces un párrafo, como quien recorre 20 veces una calle porque le gusta. Puedo encontrarme a un ser querido en el lugar que yo desee. Es muy emocionante construir un mundo donde antes no había nada”, agrega en entrevista.Y ha sido a través del cuento, sobre todo, que la también autora de literatura infantil da vida a personajes, en su mayoría femeninos, que “parecen de carne y hueso”, viven su entorno y les afectan los problemas sociales.
La ciudad es una contadora de historias para los que quieran escucharlas”, explica. “Si te paras en una esquina ves 200 escenas diferentes en unos minutos y oyes diversas expresiones, frases que las personas dejan caer. Y, como ahora todos hablan tan fuerte por el celular, te enteras de la vida privada de seres a quienes nunca habías visto”, añade.
A veces esas frases se me quedan, porque me impresiona el tono, la contundencia y muchas veces, siento decirlo, por la violencia. El lenguaje es brutal. Hay una violencia contenida en la gente cuando trata ciertos temas, como el dinero, hay furia, desilusión, cansancio e indefensión”, indica.Quien ejerce el periodismo desde 1965 nutre a sus personajes de una forma especial. “Lo que escribo quiero que vaya al ritmo de los hechos. Si ahorita hay temas como la inseguridad, el desempleo, a mis personajes, que son seres de carne y hueso, les tiene que importar, tienen que ser afectados por esa realidad”. Está convencida de que la escritura nace de una necesidad profunda y de la experiencia. “Toda actividad está matizada por tu experiencia, por lo que viviste hace 20 años o por lo que te pasó en la mañana. Eso es inevitable. Pero me interesa mi entorno, lo que voy escuchando, la foto que veo, las historias que encuentro en el periódico. Se me queda la escena”, confiesa. La conductora del programa Aquí nos tocó vivir, que transmite Canal Once desde 1978 y que fue catalogado por la UNESCO como Memoria del Mundo en 2010, admite que imagina a sus personajes a partir de los temas que le preocupan. “Son situaciones que me dan vueltas en la cabeza y debo encontrar un destinatario para que las viva. Así que imagino a mi personaje, lo invento. Algo en mí me dice cuándo será un hombre o una mujer, dejo que aparezca y me haga saber si voy por el camino adecuado o me regreso”, señala. La autora de Sopita de fideo y Humo en tus ojos acepta que cada vez le es más difícil caminar por la Ciudad de México para ins- pirarse. “Hay más estruendo, más alharaca, más desorden. Todo es más torturante y cada vez oyes menos palabras para comunicarte. Es una urbe nocivamente ruidosa”. Y aclara que, para su proceso creativo, el silencio es necesario y vital. “Comunicarte con una persona es hacer un viaje, porque cada uno tiene una experiencia muy distinta. Tengo que acercarme para ver cada detalle. Cuando ves a alguien piensas que es de una manera y resulta que no, que cada vida es una historia inédita que te permite varias lecturas.
La mayoría de mis personajes son mujeres porque ellas me cuentan más historias que los señores. Como yo trabajo en la mañana, a esa hora las mujeres están en una situación y en lugares que me permiten abordarlas: en su casa, el taller, el mercado, la escuela o el consultorio médico”.