CIUDAD DE MÉXICO. Jorge Alberto Manrique (1936-2016) de pensamiento autónomo, de voluntad arriesgada, de ideas innovadoras, de propuestas desafiantes. Manrique el académico universitario que entendió las expresiones e
Jorge Alberto Manrique (1936-2016) de pensamiento autónomo, de voluntad arriesgada, de ideas innovadoras, de propuestas desafiantes. Manrique el académico universitario que entendió las expresiones estéticas como reflejo de una sociedad. El funcionario que desafío y, sobre todo, defendió la libertad de expresión desde las instituciones. El crítico que obligó a pensar la plástica desde lo global. El profesor que enseñó a analizar. El historiador de arte falleció ayer.
Después de una semana hospitalizado, el investigador y académico murió por la mañana a los 80 años de edad. Hace dos meses fue homenajeado por colegas en el Antiguo Colegio de San Ildefonso y en el Museo Nacional de Arte, del que fue director fundador en 1982. “Antes del homenaje hubo un indicio de una úlcera perforada y un microinfarto. Estuvo internado esta semana, la hemoglobina bajó a niveles peligrosos”, contó la crítica Teresa del Conde, discípula y amiga de Manrique. Ayer por la tarde, el historiador fue velado en una funeraria ubicada en Miguel Ángel de Quevedo. Del Conde abrevió la trascendencia del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2005: “Su muerte es un parteaguas. Es de los historiadores de arte que ya no hay”. Lo afirmó no sólo por el afecto, sino porque en Manrique se conjuntaron todas las vetas de un estudioso del arte: fundador y director de museos, profesor, crítico, escritor y promotor. Y lo hizo con el patrimonio histórico igual que con el arte contemporáneo. Desde instituciones públicas como el Museo de Arte Moderno que dirigió de 1987 a 1988 o el Instituto de Investigaciones Estéticas, del que fue director de 1974 a 1980. Con artistas de trayectoria y nuevas generaciones.“Cambió la manera de hacer crítica e historia del arte en el sentido de que cogió de sus maestros preferidos, que fueron sobre todo Edmundo O’Gorman y Justino Fernández, lo mejor que pudo de sus métodos y se creó una formación interdisciplinaria y practicó hasta el teatro y, como yo, empezó escribiendo sobre música”, recordó la crítica.
“Fue paradigmática su postura, su pensamiento autónomo y su debate que le costó la salida”, añadió Graciela de la Torre, directora de Artes Visuales de la UNAM. En enero de 2015, Rolando de la Rosa dijo a Excélsior que había sido un acto de “intolerancia” en un contexto de elecciones.Manrique durante su gestión en el Museo Nacional de Arte también generó molestia a las autoridades. Al llegar a la presidencia José López Portillo, el historiador fue despedido, pues el presidente quería llevar cuadros del recinto a Los Pinos y él no lo permitió. “Su trabajo en el Munal fue arriesgarse al tomar la dirección de un nuevo museo y negociar las salidas de las obras de varias instituciones como la Academia de San Carlos y otras para crear una colección, no fueron tareas fáciles”, apuntó De la Torre, quien también dirigió el Munal. Lo mismo participó en la defensa de la conservación del Palacio de Lecumberri, en 1976, y destaca su participación en el Consejo Mexicano de Monumentos y Sitios, del que fue presidente.