El periodista y gestor cultural, autor del libro Sector cultural. Claves de acceso, asegura que se desperdició la oportunidad de hacer un cambio real CIUDAD DE MÉXICO. La oportunidad de llevar a cabo una reform
La oportunidad de llevar a cabo una reforma cultural real simplemente se desperdició, dice el periodista y gestor cultural Eduardo Cruz Vázquez. “Primero quien lo desperdició fueron los dos gobiernos panistas que no sólo fueron incapaces de cambiar las condiciones del entonces Conaculta, sino que profundizaron sus grandes problemas y carencias y en esta nueva administración, caracterizada por este afán reformador, creen que por crear una Secretaría de Cultura esa reforma ya llegó y también ese cambio”, dice.
Cruz Vázquez es un persistente defensor de la idea de ver a la cultura como un detonador de divisas. Sus planteamientos navegan contra la arrolladora ventisca de la tradición nacionalista que se empeña en ver a la cultura como un bien intocable, alejado de toda ambición económica. El también microempresario cultural ha puesto empeño en demostrar que la cultura es cada vez más un importante eslabón en la cadena de la económica nacional y piensa que en México no se acaba por entender que éste es un sector económico similar al energético, el del transporte o el de la agricultura. En su libro Sector cultural. Claves de acceso, título que inaugura Publicaciones Editarte, el autor intenta esclarecer las relaciones entre economía y cultura; analiza los datos de la Cuenta Satélite de la Cultura en México (que considera limitada) y explica sus razones para afirmar por qué la Secretaría de Cultura federal no es la panacea para el sector. Es, dice, el primer libro que aparece en México donde se ve a la cultura desde una visión sectorial, como parte de la economía total de una nación. El analista dice que en la creación de la Secretaría de Cultura se ignoró esa visión sectorial y que en México sigue haciendo falta una verdadera política económica para el sector. “Sigue faltando que justamente los servidores públicos, pero en gran parte también la comunidad cultural, terminen por entender que somos un sector, un sector de la economía y que en ese sector juegan muchas personas. Si pensamos simplemente en el dato de empleos que registra la Cuenta Satélite estamos hablando de alrededor de 800 mil empleos”. Pero aún más, dice que ignorar a la cultura como un factor de desarrollo nos ha llevado a creer que la vida cultural del país es responsabilidad exclusiva del subsidio y del asistencialismo. “Eso ha impedido a la cultura que realmente forme parte de una ambición más amplia de Estado, de una visión más amplia de desarrollo”. Cruz Vázquez no tiene empacho en afirmar que “se tiene que admitir la inversión privada en las zonas arqueológicas” del país y dice que la inversión en el turismo cultural que se realiza en México “son flashazos que de pronto llegan”, pero que deberían ser destellos permanentes. Ve como un error seguir alimentando la idea de que la cultura es un ámbito inmaculado de todo afán rentable. “Hay una serie de condiciones históricas que dieron origen a instituciones después de la Revolución, la misma creación de la SEP y todavía en los setenta (del siglo pasado) se seguían creando instancias que están ahí. Pero yo planteo que toda esa gran herencia, que podemos resumir en el nacionalismo mexicano, tiene que vivir un ajuste, un cambio mucho más profundo. El liberalismo no llegó a las instituciones culturales y sigue operando ese modelo ideológico, priista, asistencial, con el que se crearon la mayoría de las instituciones incluyendo el Conaculta. Por eso se ha desperdiciado el tiempo”.El sector es mucho más grande que lo público”, dice Eduardo Cruz Vázquez, quien ve a las ahora tan citadas industrias culturales como “una chiquillada”, en medio de una selva, que debe cuidarse de todo tipo de fieras. En su actualización de 2014, la Cuenta Satélite estableció que la cultura contribuye con el 2.8% del PIB nacional y que contribuyó con un millón 25 mil 808 puestos de trabajo lo que representa el 2.4% de la ocupación total del país. El analista dice que no todo proviene del gasto público sino en gran parte, de esa “chiquillada” a la deriva.
Ahí es donde yo veo que no hay política pública, donde seguimos atados al nacionalismo, aquí no infiltró el liberalismo. Lo que predomina según el Inegi es el 2.8% de la actividad de mercado, pero ¿qué hay ahí?, un reguero de pequeñas y medianas empresas, la mayor parte son micros. El sector público es sólo una parte de esta integración sectorial, en el resto hay galerías, casas de discos, librerías, productoras, museos como el del Barroco”, explica.La articulación de una política económica para la cultura, piensa, debe establecerse contemplando los mismos supuestos que se utilizan en otros sectores productivos del país: “los programas de capacitación y formación son prácticamente inexistentes, habría que revisar las compras de gobierno, la parte fiscal, es evidentemente que se puede celebrar que se etiqueten 100 millones de pesos al Efiarte pero yo le llamo las migajas del asistencialismo porque en realidad lo que debió hacerse fue crear líneas de crédito al interior de Nacional Financiera (Nafinsa) o programas específicos en el Instituto Nacional del Emprendedor (Inadem)”. La oportunidad de reformar el sector con la creación de la Secretaría de Cultura debió contemplarlo. Ahora, agrega Cruz Vázquez, ya no se puede esperar mucho de la actual administración, ni de la Ley General de Cultura que la Cámara de Diputados planea aprobar: “lo más sensato sería detener la discusión y dejarla para el próximo Congreso y para el próximo gobierno porque me parece que éste ya se empantanó, ahora sería simplemente pasar un requisito. Esta Comisión de Cultura y todos los que han participado en el proceso están ya viciados; como nace mala de origen la Secretaría no se puede esperar nada de la ley, las grandes reformas no se hicieron”.