La creación de un espacio para preservar y divulgar el acervo de la investigadora y coleccionista de origen austriaco por fin se ha materializado CIUDAD DE MÉXICO. Doce años después de la muerte de la fotógrafa
Doce años después de la muerte de la fotógrafa, coleccionista e investigadora Ruth D. Lechuga, (Viena, 1920-Ciudad de México, 2004), la creación de un espacio para divulgar su acervo se ha materializado.
En lo que fueron las antiguas bodegas del Museo Franz Mayer se conserva ahora el Centro de Estudios de Arte Popular Ruth D. Lechuga (CEAP-RDL) que conjunta más de 14 mil objetos artesanales, cinco mil libros y revistas y más de mil carpetas de lo que fuera el archivo personal de la austriaca. El centro funcionará principalmente como un espacio de consulta para investigadores y artesanos y será dirigido por la antropóloga Marta Turok, quien fue nombrada co-albacea del acervo tras la muerte de Lechuga, junto con Margarita de Orellana. En el lugar también continuará el trabajo de catalogación y digitalización del vasto acervo que la coleccionista reunió a partir de 1940, un año después de su llegada a México expulsada por el nazismo.“La idea es, por un lado poner la colección al servicio de artesanos y de investigadores, de coleccionistas, pero al mismo tiempo llevar todo un programa de difusión de crear públicos. Tenemos que crear públicos, estamos perdiendo a los artesanos jóvenes, estamos perdiendo a los consumidores jóvenes”, advierte Turok en entrevista.Adicionalmente a la labor de conservación del archivo, el proyecto incluye la conformación de una exposición temporal cada año y la creación de una muestra satélite que pueda itinerar por diferentes estados del país mostrando el acervo.
“En la evaluación que hicimos se complicaba mucho abrir otro museo. Pensar en abrir otro museo de arte popular aquí en la Ciudad de México (el MAP existe desde 2006) era complicado y costoso. Pero en función de los anhelos de la doctora, de su perspectiva, de su filosofía, de poner al artesano en primer plano, la gran pregunta fue: si no vamos a abrir un museo a corto plazo, ¿qué podemos hacer? Pensamos crear un centro de investigación, de estudios”, cuenta Turok.Inicialmente el museo funcionó en los departamentos del Condesa y con diferentes apoyos se logró catalogar las colecciones de cerámica, cartonería, fibras vegetales, instrumentos musicales, juguete, lacas y madera, entre otras. Mientras, la revista Artes de México llevaba a cabo la catalogación de más de 20 mil negativos y transparencias que Lechuga tomó en su acercamiento con las comunidades indígenas mexicanas. Ya con la salud deteriorada, la coleccionista decidió donar su archivo fotográfico a Artes de México y el resto de su colección quedó bajo resguardo del Patronato del Museo Franz Mayer, con la custodia de Turok y De Orellana. ¿Qué tanto se ha valorado a Lechuga?, se le pregunta a Turok. “Es conocida en el círculo del arte popular y en un círculo de izquierda, pero creo que siempre hay lugar para dar a conocer su su obra; esa es una de las cosas importantes: la dignificación de los artesanos y los indígenas. La idea de luchar por un mejor país”.