- En el marco del Año Dual Alemania-México se exhibirán 55 imágenes de ruinas arqueológicas captadas en nuestro país por el fotógrafo germano entre 1864 y 1912
CIUDAD DE MÉXICO.
Con una fotografía de Teobert Maler (1842–1917) en la mano, el etnólogo austriaco Hanns J. Prem redescubrió el sitio arqueológico de Xkipché, en Yucatán, en 1980. “Él iba con la foto en el campo, preguntando a los campesinos y a la gente de los pueblos: ‘¿ustedes conocen esta ruina?’ Llegó con gente de Santa Elena y, al final, con un helicóptero comenzó a buscar en los alrededores de Uxmal, que está muy cerca; así logró localizar las ruinas”, recuerda la arqueóloga Ikeen Paap, quien después trabajaría con Prem consolidando los antiguos vestigios.
La imagen de Maler mostraba un palacio maya y sus diferentes fases constructivas en medio de la jungla. El explorador austriaco-alemán había vivido en México de 1864 a 1912, cuando logró rastrear y fotografiar decenas de vestigios mayas, que cien años después continúan sin identificar. Más de medio centenar de esas imágenes, traídas del Instituto Iberoamericano (Fundación Patrimonio Cultural Prusiano) de Berlín y seleccionadas por la propia Ikeen Paap, serán exhibidas a partir de este lunes en la Galería abierta de las Rejas de Chapultepec como parte del Año Dual Alemania-México 2016-2017.
FOTOS A LOMO DE MULA
Teobert Maler cargaba sus mulas con equipo fotográfico a finales del siglo XIX y se dedicaba a explorar poblado por poblado. Había estudiado arquitectura en Alemania y llegó a México como militar en el ejército de Maximiliano de Habsburgo. “No sabemos exactamente por qué llegó, pero después del fracaso del emperador él se quedó en México y trabajó como fotógrafo; se instaló en Ticul (a 83 km de Mérida) y desde ahí, a finales del siglo XIX, hizo sus expediciones para explorar la cultura maya de la península de Yucatán”, explica Ikeen Paap en entrevista.
Se sabe que hizo tres expediciones mayores en las que captó decenas de fotografías en placa de vidrio. “En ese tiempo era un proceso muy complicado, pues se iba en mula o a pie en regiones donde no había carreteras, iba de hacienda a hacienda preguntando a la gente si conocía ruinas o buscándolas él mismo”. Maler acompañaba sus exploraciones con notas minuciosas de los trayectos que realizaba para identificar los lugares por donde pasaba.
“Su gran mérito es que fue el primero que se dio a la tarea de buscar esas ruinas lejanas. Visitó Chichén Itzá, Uxmal y las grandes ruinas que se conocían entre la gente, de las pequeñas fueron muy pocas, pero sus fotos son muy exactas, tienen una resolución muy buena, y hoy sirven a los arqueólogos para saber cómo estaban esas ruinas antes de que se colapsaran o fueran destruidas”, agrega la curadora. Muchas de las imágenes han permitido identificar sitios como el de Xkipché y, en otros casos, los tesoros mayas siguen escondidos en la jungla.
“Hay un colega alemán, un aficionado que se llama Stephan Merk, que desde hace años se dedicada a localizar esos sitios. Él toma las notas de Maler. Donde dice: ‘caminamos tres leguas al sur y después cruzamos media hora por bajo y después subimos un monte’, así ha logrado localizar bastantes, pero quedan muchos lugares que no se conocen, muchos de ellos seguro se destruyeron”.
Para seleccionar las 55 imágenes de la exposición
Teobert Maler: El presente de lo pasado, Paap explica que tomó en cuenta las que mostraran la variada mirada de Maler, no sólo aquella que quería mostrar las increíbles ruinas sino también donde el fotógrafo logró imprimir un valor estético a su toma. El reto no sólo consistió en mezclar ambas cualidades sino también en encontrar imágenes que permitieran la impresión en gran formato, pues si bien con los negativos en placa de vidrio se logra mayor resolución, muchas imágenes del alemán sólo se conservan en impresiones de papel que él mismo realizó.
Maler pasó penurias económicas al final de su vida, sobrevivió vendiendo algunas de sus imágenes. En 1910 regresó a Europa para intentar publicar sus estudios; sin éxito, regresó a Mérida donde murió el 22 de noviembre de 1917, a los 75 años. Su trabajo está distribuido en varios lugares: “En 1917 entregó parte de su trabajo, sobre todo placas de vidrio, al Museo Nacional de México y parte al gobierno húngaro austriaco, pero después de la Primera Guerra Mundial parte de su legado terminó en Alemania. Las notas de campo y parte de sus fotos están hoy en Berlín, en el Instituto Iberoamericano, y parte también está en el Museo Antropológico de Berlín, otras en colecciones más pequeñas de Alemania, Yucatán y Campeche”.