- El artista cubano presenta su exposición No se puede hacer una revolución con guantes de seda, la primera individual en el recinto mexicano
CIUDAD DE MÉXICO.
Al artista cubano Wilfredo Prieto el museo o la galería le funcionan mejor cuando puede utilizarlos como si fueran su estudio. Así ocurrió en 2012 cuando durante mes y medio instaló una pieza diferente cada día en la Sala de Arte Público Siqueiros. Esa misma libertad se tomó ahora que presenta su primera muestra individual en la galería Kurimanzutto, donde no sólo ocupó el cubo blanco, sino que lo mismo instaló piezas en la calle que dentro del mobiliario de la cocina.
Prieto (La Habana, 1978) es en la actualidad uno de los artistas cubanos con mayor presencia global. Su obra, que el curador Gerardo Mosquera la ha catalogado como superminimalista, se ha presentado en el Centre Pompidou de París, en el Museo Solomon R. Guggenheim y en el MoMA PS-1 de Nueva York, en el Hangar Bicocca de Milán, así como en las bienales de Estambul, Venecia, Cuenca, Lyon, Singapur y La Habana.
Para la exposición
No se puede hacer una revolución con guantes de seda en Kurimanzutto, indica el artista, presenta una serie de obras que el visitante va encontrando a medida que se entra a la galería. En la entrada, al pie de la calle, instaló
Puñado de cobre, níquel y zinc (2016), que como su título lo indica son restos pulverizados de los materiales con los que se acuña el peso mexicano. Al cruzar el primer patio se escucha la voz de una serie de personajes que repiten números telefónicos de anuncios publicitarios en la radio. La obra
Aritmética simple (2015) es una pieza sonora que busca vincular la galería con el edificio contiguo, ya que la voz del locutor pareciera salir de alguna de las ventanas o balcones de los departamentos vecinos.
En el mismo patio se instaló en el piso un celular que está conectado a la corriente eléctrica, pero el aparato, que aparentemente está tirado al azar, emite una luz intermitente que da nombre a la pieza:
Por el arroyo corre tras su reflejo, una libélula (2016).
“Más que una exposición pensé en crear un paisaje de intervenciones del espacio, que de entrada tiene una riqueza arquitectónica interesante. Pensé que más que exhibir en el lugar tradicional, lo que quería era entrar en todos los espacios”, explica.
En el umbral de la sala de exhibición sobresale una varilla de 4 o 5 pulgadas que cruza prácticamente toda la galería, pero a la mitad se convierte en una cuerda del mismo grosor. La obra
Ser, tener, parecer (2016) marca el recorrido de la exposición, ocupando el recinto con un pesada materialidad que se desdibuja al volverse una simple línea dentro del cubo blanco.
En el segundo patio, Prieto instaló otras dos piezas que no son perceptibles a simple vista.
Bosque con Chanel (2016) retoma el jardín interior de la galería pero con una sutil intervención que no se puede ver, sino más bien hay que oler para reconocer su existencia. Todas las plantas fueron rociadas con perfume Chanel.
Una pieza aún más fugaz es
La sal de marca libre y la Maldon, salan (2016) que el artista colocó dentro de los cajones de la cocineta de la galería, que pone será usada indistintamente para acentuar justamente el hecho de que la sal más común es igual de efectiva que la exclusiva sal importada de la ciudad inglesa que ostenta la marca.
“Me interesa indagar en aspectos que pasan desapercibidos muchas veces en lo cotidiano, pero que si se observan con detenimiento pueden ser más trascendentales desde el punto de vista social y político. Y no me refiero sólo al punto de vista conceptual, sino al punto de vista formal. Me interesa crear esa cierta falta de percepción, esa idea intangible donde una galería se vuelve de verdad un espacio donde tenga un rol tu vida cotidiana y la vida real”.
Sobre su primera individual en Kurimanzutto, Prieto indica que, en general, México es una asignatura pendiente, ya que llegó a exhibir cuando su obra ya había tenido una circulación importante en Estados Unidos y en Europa.
“México lo conocí de viejo, hace como cuatro o cinco años, era como la asignatura que quería hacer, porque siempre estuve al pendiente de lo que pasaba aquí. Para mí es una zona en la que me identifico tremendamente, por millones de razones. Siempre he pensado que Cuba podría ser México en una circunstancia política diferente y viceversa, porque hay una gran cercanía cultural. El venir y mirar esas similitudes y diferencias se ha vuelto un material de trabajo muy importante en mi obra”.
¿Dónde y cuándo?
- La exposición
No se puede hacer una revolución con guantes de seda se exhibe en la galería Kurimanzutto (Gob. Rafael Rebollar 94, col. San Miguel Chapultepec) hasta el 27 de agosto.