Durante el Consejo Ecuménico de México mencionaron que las parejas del mismo sexo deben encontrar formas legales para proteger sus derechos sin vulnerar la naturaleza de la familia CIUDAD DE MÉXICO. Las Iglesia
Las Iglesias congregadas en el Consejo Ecuménico de México reiteraron su convicción que no es lo mismo un matrimonio que se establece entre un hombre y una mujer, que la unión entre dos personas del mismo sexo.
Mencionaron que si bien la convivencia como pareja entre personas del mismo sexo basada en el afecto, es objeto de reconocimiento y aceptación social creciente, se deben encontrar formas legales para proteger sus derechos sin vulnerar la naturaleza de la familia. Reiteraron su respeto a todas las personas sin distinción de creencia religiosa o identidad sexual, pero insistieron en la defensa de la familia como base de la sociedad y del matrimonio entre personas de diferente sexo. A su parecer, las discriminaciones que se puedan dar en el tejido social no se evitan mediante la configuración legal de un matrimonio que dé cabida a dos realidades diferentes e indicaron que se requiere de consenso político y socialpara introducir innovaciones en el tema. Las iglesias afirmaron que si bien la ley puede fijar la forma del matrimonio, los derechos de los cónyuges, las causas de separación y la edad para acceder a él, no debe alterar el concepto del mismo. El Consejo Ecuménico está integrado por la Arquidiócesis Primada de México, Diócesis en México de la Iglesia Ortodoxa en América OCA, Eparquía Greco Melquita de Nuestra Señora del Paraíso en México, Eparquía Maronita de Nuestra Señora de los Mártires del Líbano. También por la Iglesia Católica Ortodoxa del Patriarcado de Antioquía en México, Iglesia Nacional Presbiteriana de México, Iglesia Evangélica Misionera del Pacto Misión Ciudad de México, Iglesia Ortodoxa Griega en México, Sínodo Luterano de México. Además el documento está suscrito por la Dimensión Episcopal de Diálogo y Comunión de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) presidida por el obispo Carlos Briseño.