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Hoy es sábado, 23 de noviembre de 2024

Retratos inéditos de Jorge Luis Borges

CIUDAD DE MÉXICO. Captar la mirada del escritor argentino Jorge Luis Borges (1899-1986) fue el objetivo principal del fotógrafo mexicano Rogelio Cuéllar durante la semana que convivió con él, en busca de un original r

Retratos inéditos de Jorge Luis Borges

CIUDAD DE MÉXICO.

Captar la mirada del escritor argentino Jorge Luis Borges (1899-1986) fue el objetivo principal del fotógrafo mexicano Rogelio Cuéllar durante la semana que convivió con él, en busca de un original reportaje gráfico, cuando el autor de El Aleph visitó México en diciembre de 1973.

“Como sabía que él estaba perdiendo la vista me interesaron mucho sus ojos, su mirada. Aún percibía sombras, figuras borrosas, pero la luz de sus ojos se estaba apagando, por eso quise captarlos aún vivos”, comenta el artista de la lente.
El cuentista, poeta y ensayista, considerado uno de los eruditos más reconocidos del siglo XX, es uno de los personajes vitales del acervo de retratos que el creador de 66 años ha conformado desde 1967, cuando se inició en este oficio. Fueron tantas las horas que pasó al lado de Borges, recuerda Cuéllar en entrevista, que perdió la cuenta de cuántas fotografías le tomó. Sólo sabe que, 43 años después de aquella visita legendaria, posee varias gráficas aún inéditas. Por lo que, a invitación del Centro Cultural Tijuana, preparó una exposición que reúne 25 imágenes, “de las cuales el 95 por ciento se verán por primera vez”, que se exhibirán a partir de hoy bajo el nombre de Borges inédito en el recinto bajacaliforniano.
“Todos los días que estuvo en la Ciudad de México yo llegaba con él desde las ocho de la mañana: tomaba café con él, su secretaria y los diversos invitados que siempre tenía, comía con ellos, cenaba con ellos, lo acompañé a todas partes y lo capté con el desfile de personalidades que lo fueron a ver”, detalla.
Con su cámara Pentax, el retratista que entonces tenía 23 años de edad capturó para la posteridad al futuro Premio Miguel de Cervantes (1979) en escenarios como el aeropuerto internacional de esta urbe, el Hotel del Parque donde se hospedó, en el Antiguo Colegio de San Ildefonso, en el restaurante del teatro La Capilla, en la Capilla Alfonsina y en la zona arqueológica de Teotihuacán. Y fue testigo, narra, de los encuentros, charlas y comidas que tuvo el autor de El libro de arena con escritores y artistas plásticos como Juan Rulfo, Salvador Elizondo, José de la Colina, Elena Poniatowska, José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis, Juan García Ponce, Carlos Montemayor, Luis Mario Schneider y Miguel Capistrán, entre otros. Cuéllar destaca que las primeras imágenes de ese encuentro con Borges se publicaron en Revista de Revistas, de Excélsior, que dirigía Vicente Leñero, donde trabajaba en ese entonces. “Me enteré que venía el maestro y le dije a Leñero que quería hacer un reportaje gráfico. Le gustó la idea”. Evoca con nostalgia que en esa época no había tantos fotógrafos como ahora. “Me fui al aeropuerto y se podía subir hasta el avión. Mis primeras fotos de él son bajando del avión”, añade. Define como “un privilegio” esa oportunidad que tuvo. “Todo fue muy sencillo, fluyó bien. Llego al aeropuerto. Baja Borges con Capistrán del avión y ya de pronto estoy en el coche con el escritor viajando hacia el Hotel del Parque, que estaba en Constituyentes y Reforma. Ahí ya había varios escritores y admiradores que lo esperaban.
“Después hubo una grabación en San Ildefonso de un programa de televisión. Ahí estaba ya Paulina Lavista haciendo fotos, y Pedro Meyer, que creo trabajaba para Televisa. Ahí fueron las mesas redondas. Otro día fueron a comer a La Capilla a Coyoacán, la que fundó Salvador Novo. Luego en la entrega del Premio Alfonso Reyes, en la Capilla Alfonsina. Y, por último, en Teotihuacán, donde quiso tocar las piedras de las pirámides”, señala.
Cuéllar recuerda con cariño que, como no tenía telefoto, “sólo lentillas de aumento”, debía acercarse mucho a Borges para enfocar su rostro. “De hecho, me bautizó como El Duende. Decía ‘ya está El Duende aquí’, cuando escuchaba el sonido de la cámara y veía que una sombra se movía constantemente a su alrededor”. A la distancia, y en la antesala del 30 aniversario luctuoso del escritor argentino, que se conmemorará el próximo 14 de junio, el artista de la lente comparte que “al final me dedicó unas fotos. Fue un encuentro hermoso. Es un privilegio y un compromiso tener este material que me hace feliz seguir compartiendo”. Borges inédito se inaugurará hoy, a las 18:30 horas, en el Centro Cultural Tijuana. Pulcro viaje
 “Pulcramente vestido: un traje azul oscuro, corbata amarillla con figuras azules y una camisa blanca impecable”, el escritor argentino de 74 años, Jorge Luis Borges, visitó Teotihuacán el 9 de diciembre de 1973. Los reporteros Raúl Torres Barrón y Arturo Melgoza, que cubrieron la primera visita del narrador a México, publicaron en Excélsior cómo “caminaba por la empedrada y polvosa Calzada de los Muertos cuando la idea de la muerte cruzó por su mente. ‘Creo que ya di lo mejor –confesó–. Ahora tengo impaciencia por la muerte’”.
Detallan que en la víspera, Borges quiso conocer la Ciudad de los Dioses. “Quiero sentirme inmerso en esta gran cultura, que no puedo ver, pero sí tocar y sentir”, dijo. Y después de caminar y subir escalinatas, “expresó con una sonrisa que iluminó su rostro: ‘Éste es un lugar ideal para una muerte espectacular’. Apuntaron que permaneció cuatro horas en Teotihuacán bajo el sol, apoyado en su inseparable bastón café. Borges fue un niño grande
Roberto Alifano, quien trabajó diez años como ayudante del argentino, visitará México para ofrecer una charla.
Robert Louis Stevenson decía, refiriéndose al arte, que es un juego que debemos jugar con la seriedad con que lo hacen  los niños. Con esa idea, Jorge Luis Borges entendió la literatura, afirma Roberto Alifano (Buenos Aires, 1943), amanuense del escritor, quien adelanta a Excélsior que este año publicará el primero de tres volúmenes de sus conversaciones con el autor de El Aleph. “Borges era un autor que respetaba a los lectores. Aunque también es cierto que le encantaba jugarles trampas. Esas trampas, que son muy verificables en toda su obra, con esa gran cantidad de datos inventados, hablan de ese Borges que jugaba un poco con el lector. Porque de eso también se trata el arte de la literatura”, dice el también poeta, narrador y ensayista que trabajó para Borges durante una década y que el próximo 13 de abril se presentará en la Capilla Alfonsina. Trabajar en la transcripción de los cuentos de Borges y en la traducción junto a él de las Fábulas de Stevenson y la poesía de Hermann Hesse, permitió a Alifano tener un amplio conocimiento del escritor argentino al punto de considerarlo antes como un poeta que como un contador de historias. “Borges era esencialmente un poeta, un hombre que veía la vida a través de la emoción, a través de los sentimientos y que lo expresaba directamente en su poesía y simbólicamente a través de sus relatos”, puntualiza el autor de El humor de Borges. Y aunque el argentino es conocido más por sus cuentos, el amanuense insiste: “considero que todos los grandes escritores son esencialmente poetas porque tienen una preocupación por la palabra”. Alifano recomienda que la obra de Borges sea leída como un solo libro. “Siempre digo que es el único autor que admite le lectura de su obra completa. Y aunque muchos escritores tienen una obra completa, registran altibajos… Pero en Borges, desde Fervor de Buenos Aires hasta Los conjurados tiene un registro literario que jamás decae”. ¿Cómo definir a Borges, a 30 años de su muerte?, se le pregunta. “Como el escritor más literario en toda la historia de la literatura. Él descubrió la literatura siendo muy joven y desde entonces se propuso ser literario en cada página. Sin embargo, realmente nos asombró porque eso lo consiguió en cada frase, en cada línea”. ¿Lo considera un formador de lectores? “Está permanentemente revelando a otros escritores y a otras literaturas, mostrando cosas que no habíamos imaginado. Ese es uno de los grandes valores literarios de Borges: también es un escritor para escritores. ¿Era en verdad un gran humorista? “Borges pensaba un poco como Bernard Shaw, quien decía que a la larga todo es humorístico. Justo él trataba de cumplir con ese apotegma. Borges era un niño grande al que le encantaba hacer bromas. Y aunque mucha gente no se quería acercar a él porque le tenía miedo al intelectual subido que está en su torre de marfil, era todo lo contrario.
“Era un hombre afable y educado, un gran tímido que cuando le llegó la fama le supuso una seguridad asombrosa, la cual le permitía hablar mal de Guy de Maupassant en París, de quien llegó a decir que fue un escritor que nació loco y murió estúpido, o de Shakespeare en Londres. Esa era la maravilla de este autor que se permitía hacer bromas sobre casi cualquier tema”.
¿Qué le diría a quienes señalan que Borges es un autor incompleto porque nunca escribió novela o perfiló un personaje como Shakespeare y Cervantes? “Nunca tuvo esa necesidad. Además, el genio de Borges está diseminado en todos sus personajes, como en Funes el memorioso, Borges es todos sus personajes”. ¿Dónde y cuándo?
  • Roberto Alifano y Adolfo Castañón conversarán en la Capilla Alfonsina (Gral. Benjamín Hill 122, Col. Hipódromo Condesa) el 13 de abril a las 19:00 horas.