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Hoy es domingo, 24 de noviembre de 2024

A ritmo de rumba, encuentro beisbolero presenciado por Obama y Castro

Con su uniforme en gris y azul, la novena de las ligas mayores se integró en el júbilo con el público, que vitoreó al representante deportivo del antes enemigo acérrimo, mientras los gritos de Cuba-Cuba, atronaban e

A ritmo de rumba, encuentro beisbolero presenciado por Obama y Castro

  • Con su uniforme en gris y azul, la novena de las ligas mayores se integró en el júbilo con el público, que vitoreó al representante deportivo del antes enemigo acérrimo, mientras los gritos de Cuba-Cuba, atronaban en el repleto estadio.
ABANA, CUBA  Una fiesta, que no tiene precedente, se vivió en el Estadio Latinoamericano de esta ciudad, donde los presidentes de Cuba y Estados Unidos presenciaron a ritmo de rumba, el encuentro beisbolero entre los Marlins de Tampa Bay contra el equipo nacional de la isla caribeña.
Con su uniforme en gris y azul, la novena de las ligas mayores se integró en el júbilo con el público, que vitoreó al representante deportivo del antes enemigo acérrimo, mientras los gritos de Cuba-Cuba, atronaban en el repleto estadio. En la tribuna detrás de home, el presidente Barack Obama, ataviado con una camisola blanca, estuvo acompañado por su homólogo cubano Raúl Castro, ante los aplausos y gritos de aceptación de los aficionados. La tarde nublada y con amenaza de lluvia no enfrió el entusiasmo de los aficionados, que corearon con entusiasmo los nombres de los jugadores del equipo cubano, auténticos ídolos en un país donde el béisbol es el deporte nacional y se juega en prácticamente todas las calles y parques públicos. El equipo de la Florida fue el primero al bat y enfrentó los poderosos lanzamientos de Giovana Torres, el pitcher cubano, un auténtico ídolo de la afición y un "patriota", pues no ha desertado a pesar de las jugosas ofertas que recibe de otras partes del mundo, principalmente de Estados Unidos. Un seco batazo al jardín central y una gran atrapada sirvió de apertura al juego, al tiempo que la tribuna de manera unánime coreaba el grito de Cuba, Cuba. Los presidentes Obama y Castro aplaudían complacidos, lo mismo que Michelle, la esposa del mandatario estadounidense, así como sus hijas, que ataviadas con vistosos atuendos también gozaban del encuentro. En la primer entrada los equipos no se hicieron daño, no se movió la pizarra, aunque los de rojo y blanco conectaron los primeros imparables y dejaron tres hombres en las bases. Los aficionados lo lamentaron pero no decayó el entusiasmo, al tiempo que algunos recordaron que con los peloteros de la isla que juegan fuera del país, se podría integrar un equipo que sería campeón del mundo, ya que estaría integrado por puras estrellas de las ligas mayores. Una línea por el jardín derecho impulsó la primer carrera del juego en la tercer entrada, con lo que se abrió el marcador en favor del equipo visitante, lo que obligó a Torres a apretar sus lanzamientos y dejar a dos Marlins en las bases. El controvertido Manager del seleccionado cubano, Víctor Meza Martínez, quien revivió al equipo de Matanzas e incluso ha dirigido en Panamá y México, exhortó a sus muchachos a dar la cara por la patria y la revolución. Un largo batazo al fondo del parque arrancó el alarido del público, pero el jardinero del equipo visitante hizo una gran atrapada, con lo que se dejó a otro jugador rojiblanco en base. Con tres entradas completas, Obama y sus acompañantes dejaron la tribuna del Estadio Latinoamericano, desde donde se puede ver a lo lejos una réplica del Capitolio de Washington, construido en los años treinta del siglo pasado, para ser la sede del congreso de Cuba. El juego prosiguió y en la cuarta entrada los visitantes tomaron la ventaja, misma que ampliaron hasta cuatro carreras. En la novena entrada hubo un batazo de jonrón del equipo cubano, lo que levantó el entusiasmo de la afición, a pesar de que el juego concluyó con una pizarra de cuatro carreras a una en favor del equipo de la Florida. El resultado fue lo de menos, puesto que el juego fue una fiesta que también marcó el arranque de una nueva relación entre Cuba y Estados Unidos, ajustándose a la propuesta de Obama de dejar atrás el pasado y mirar al futuro. Al salir del estadio, el mandatario estadounidense dio por concluida su histórica visita a Cuba y abordó el Air Forcé One, para volar a Buenos Aires, Argentina, para completar su viaje por America Latina.