La directora Anamarta de Pizarro cuenta las razones por las que el mayor encuentro teatral del mundo eligió a México como invitado de honor BOGOTÁ. Fiesta de 15 años. Celebración especial para las chicas de Colombia,
Fiesta de 15 años. Celebración especial para las chicas de Colombia, pero también de México. Esa fue una idea de la que partió el comité artístico del Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá (FITB) para elegir al país que sería su invitado de honor en su edición 2016, que es la décimo quinta.
En entrevista con Excélsior desde la capital colombiana, Anamarta de Pizarro, timón de este gigantesco encuentro escénico, explica que la razón emotiva por la cual México fue la nación seleccionada. “Mira, es la edición número 15 del FITB. Tanto en Colombia como en México los 15 años son una fiesta especial y lo es porque representa el fin de la adolescencia. Lo mismo pasa con el festival. Quisimos que tuviera cosas igual de especiales (que una fiesta quinceañera)”. Así que, aunque la cumbre teatral de la región iberoamericana ya avanzó en su madurez, los motivos no se agotan ahí. También los actuales y exitosos cineastas mexicanos fueron una razón poderosa. “Tuvimos en el comité artístico varios nombres sobre la mesa, pero lo que está pasando con el cine mexicano en el mundo, que es indudablemente una gran revelación, nos llamó mucho la atención. Alejandro González Iñárritu se gana dos veces consecutivas el Oscar (como mejor director). Eso no ha pasado nunca. El teatro y el cine tienen muchos vasos comunicantes. Está el tema de los actores, de los dramaturgos, de los directores”. Pero además, continúa la gestora cultural y antropóloga colombiana, “México, desde hace muchos años tiene una gran cantidad de teatro comercial de muy buena calidad, pero en los últimos años está desarrollando el llamado ‘teatro independiente’. Yo me impresioné cuando me invitaron a la Muestra Nacional de Teatro en Monterrey, en diciembre de 2014. No elegí todo en ese momento, pues, aunque muchas de esas obras tocaban los temas fundamentales que trazamos, yo no quería que toda la programación fuera exclusivamente sobre la violencia.” Y, por si fuera poco, esgrime otro motivo, quizá el más impactante, al menos política y socialmente hablando. “En ese momento, México estaba viviendo un tema muy fuerte, el de los 43 (estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa)”. No obstante las razones mencionadas, De Pizarro encuentra otros vínculos con México. Afectivos muchos de ellos. A la pregunta de cuánto lleva al frente del FITB, responde que quien realmente creó el FITB fue Fanny Mikey (1930-2008), “una loca argentina que llegó a Colombia en los años 60. Ella era una gestora cultural impresionante. En 1987 llegó a México, se encontró entonces con Ramiro Osorio (gestor cultural colombiano con trabajo en Guanajuato) que vivía en ese momento en México, fueron juntos al Festival Cervantino, y juraron que crearían un encuentro así en Colombia. Así que en 1988 se realiza la primera edición del FITB. Yo trabajé con ella a partir de 1992, pero en cuanto ella fallece y tras una gran discusión con la junta directiva, finalmente quedé yo al frente. Así que desde 2010 yo dirijo el FITB”. Cumbre escénica mundial Resulta complejo organizar un encuentro mundial como el FITB. Al respecto, Anamarta de Pizarro explica la dimensión de ese trabajo de coordinación: “En este momento, en el transcurso del encuentro escénico (del 11 al 27 de marzo) somos un poco más de tres mil 600 personas (directamente en la organización), pero el resto del año, en condiciones normales de operación, somos cinco, incluyendo al mensajero. Y esa suma resulta de todas las personas que participan en la logística. En el caso de México, se le comenta a la promotora, los trabajadores de las instituciones culturales están sindicalizados, por ello resultaría compleja su participación en este festival, por factores como las horas extras. Al respecto, responde: “Justo por eso es tan complicado, en el mundo entero, traer a los festivales las llamadas compañías nacionales. Hay países en los que el personal sindicalizado trabaja cuatro horas diarias. Entonces cada cuatro horas hay que cambiar los turnos. Acá (en Colombia) trabajan mucho, pero ganan bien. Mire, los primeros montajes son los más difíciles, por eso los ponemos en la primera semana, porque tienen muchos días para poder montar”.