CIUDAD DE MÉXICO.
“Tom es todo lo contrario del niño que yo fui. Es silvestre, astuto, excesivo y embustero. Lleva la vida entre los dientes, como un puñal”, afirma el ilustrador español Pablo Auladell (1972).
“Dibujarlo me ha permitido ser, por fin, un poco como él. Porque cuando dibujas un personaje debes transformarte en él, sentir su mímica, su modo de ver el mundo”, dice sobre el protagonista de
Las aventuras de Tom Sawyer, de Mark Twain (1835-1910).
Quien cuenta con una bibliografía de más de 30 títulos ha dado vida a los personajes de esta obra fundamental de la literatura y la mitología estadunidense, que acaba de publicar la editorial Sexto Piso con una nueva traducción de Mariano Peyrou.
“Intenté un dibujo en el que se mezclara un sabor clásico, un aroma de ilustración clásica estadunidense, con trazo suelto, una frescura y encuadres que estéticamente acercaran la imagen a un libro actual y que, además, encajara bien en el formato de la colección”, explica en entrevista.
Para el artista gráfico, esta novela de Twain “es de esas cosas que le han acompañado a uno desde siempre, que forman parte de tu paisaje, de tus museos interiores”.
Reconoce que “quizá ya no suceda entre los niños de ahora, pero los personajes y aventuras creadas por Twain forman parte del territorio mítico en el que hemos crecido todos. Son libros solares que, aun en sus pasajes más agrios, festejan y expresan la vida con mucha sabiduría y sin sentimentalismos”.
Evoca que debió leer por primera vez estas aventuras cuando tenía 11 o 12 años, “pero seguramente antes ya habría leído alguna adaptación al cómic o visto alguna versión en dibujos animados”.
Dice que al ilustrar la obra, más que a esa primera imagen que se formó de los personajes en su primer encuentro con ellos, recurrió a las sensaciones. “Más que recordarme mi infancia, me recordó la infancia que no fue”.
El ganador del Premio Nacional de Cómic Injuve detalla que no usa mucho colorido. “Entiendo que la lamentable educación plástica que se ha impartido en los colegios desde hace décadas y la estética imperante en los productos del
mainstream, así como lo acostumbrada que está la visión actual al modelado 3D, haga pensar que, a más colores, mayor espectáculo y dibujos más bonitos, que a mucha gente le llame la atención cuando un dibujo está en blanco y negro, como si no estuviera terminado. En cada trabajo busco un color dominante que me dé el tono de la historia. En este caso elegí amarillos tostados, que a mí no me parecen tan fríos”.
Destaca la labor previa de investigación, “no con afán documental”, para dar vida a la vestimenta y al paisaje. “No se trataba de realizar unas estampas costumbristas ni una ilustración técnica sobre la vida en el Mississippi. Se recaba esa información para adquirir seguridad y conocimiento del mundo que vas a expresar, para empaparte del ambiente. Una vez dominado y aprehendido el aroma y los detalles del mundo donde nos vamos a mover, entonces uno dibuja y las cosas tienen la verdad y el peso suficientes para ser visualmente verosímiles, para estar vivas”.
Sobre la experiencia de ilustrar una obra de un autor no vivo, señala que, como en otras, se trata de realizar una lectura. “El ilustrador se posiciona en una lectura y la ofrece. Aquí el peligro, más que en la posibilidad o no de intercambiar ideas con el autor del texto, está en la de repetir ideas y lecturas que ya se hayan ofrecido, porque se trata de textos muy dibujados ya”.
Las imágenes de Auladell integran frases en inglés. “Es un guiño a la ilustración clásica, donde las estampas iban acompañadas con un pie donde aparecía el texto exacto al que hacía referencia la imagen, pero dándole una vuelta para conseguir ese equilibrio que explicaba antes entre un sabor clásico y un trazo más contemporáneo. Es como si Tom hubiera garabateado en mis dibujos, una más de sus fechorías (y comete faltas de ortografía a veces)”.
El autor de la novela gráfica
El paraíso perdido acaba de ilustrar otra obra de Twain,
Las aventuras de Huckleberry Finn. “Las acabé en octubre y ya las tiene la editorial. Efectivamente, las imágenes tienen un aire similar a las de Tom Sawyer, pero tienen un punto más de dramatismo, de rotundidad: no es un libro tan inocente como el otro”, añade.
Dice que está en producción su nueva novela gráfica,
El domingo en la Plaza de la División. “Y tengo entre manos un par de álbumes ilustrados para niños; hacía tiempo que no dibujaba para este tipo de lectores”, concluye.