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El pequeño José Lino fue atado con una cuerda a la cabeza de una silla de un caballo y posteriormente arrastrado por los choyales, mezquitales y matorrales de la Ciénega
Dionicio Lara Lucero
La Paz, Baja California Sur- Ahí fue cuando el niño, frente al Cabo Sández le imploró piedad para su padre; pero considerado como uno de los hombres más sanguinarios, a modo de respuesta el guardia encaró al pequeño cuestionándolo burlón: “¿Ja, Ja, Ja, así que quiere piedad para tu padre…?”, para luego decirle: “mira chamaco, tu padre es un bastardo, un bandido, un malhechor, que no merece ni siquiera vivir; así es que esta tarde, en punto de las 4:00, será pasado por las armas en el paredón de las Ciénegas...”
Historia de vida del Niño de la Animita
Entonces sintiendo el profundo
sufrimiento de su padre, el niño José Lino, adoptó la determinación de tomar el lugar de su padre, encarando al Cabo Sández, “¿cumpliría usted su palabra de hombre y de soldado de respetar la vida de mi padre, si yo me ofrezco para que me fusilen a mí…?”.
Comentan nuestros ancestros que, aunque asombrado por la propuesta, el soldado asintió con un leve movimiento de cabeza, no sin antes advertirle que primero sería martirizado cruelmente, lo que el niño José Lino, sin temor alguno aceptó.
Reafirman que luego del extraño trato, quedó al descubierto el mayor sadismo del Cabo Sández al ordenar sacar a todos los prisioneros, incluyendo al padre de la víctima, para que fueran testigos del castigo y muerte que recibiría el pequeño José Lino, de escasos 11 años de edad.
Tras ello y cual si se tratara de un animal rabioso, el niño fue lazado del cuello con una reata cuya punta fue atada a la cabeza de una silla de un caballo y posteriormente arrastrado por los choyales, mezquitales y matorrales de la Ciénega, para finalmente obligar a Don José Miguel Manríquez, padre del niño, a cavar la fosa de su propio hijo, donde fue depositado y enterrado el cuerpo del pequeño héroe y ser cubierto por algunas piedras del lugar justamente, dicen, la tarde del día 11 de Noviembre de 1866.
Hoy por hoy, mucha gente no solamente lo considera un héroe, sino un Santo, y por esa razón acuden a demandar milagros, a pedirle favores, a darle las gracias, a depositarle ofrendas diversas, como figuras, prendas, objetos, milagritos, etc., así como a dejarle flores, a rezarle y a encender veladores o cirios.
Finalmente, al no ser un lugar aceptado por la Iglesia Católica, no hay responsabilidad oficial, razón por la cual es aprovechado como un refugio para muchos desamparados que acuden a esa ermita a dormir, y quienes por sobre todas las cosas muestran respeto por el lugar que consideran sagrado, pues se dice que lo de la “Animita”, hace referencia a que el ánima del pequeño se ha visto por esos contornos.
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