CIUDAD DE MÉXICO.
El 2 de marzo de 1927, el escritor y periodista John Dos Passos publicó el artículo ¡Pinten la revolución! en la revista New Masses, para expresar el asombro que le provocaba el trabajo de Diego Rivera y otros muralistas mexicanos, en comparación al cual las obras de los artistas de su país le parecían “una horrible acumulación de migajas de la mesa de los ricos. En ocasiones aparece alguna obra con talento, pero, ¿de qué sirve, quién la ve? Un montón de viejos y viejas que parlotean en una exposición”. En cierto modo, ese asombro fue el germen de la idea que dispararía la escritura de la trilogía USA, como apunta el narrador neoyorquino E. L. Doctorow en el prólogo del libro: “El nómada Dos Passos aterrizó un día en la Ciudad de México y se sintió muy atraído por los murales de Rivera, llenos de colorido e historias, que ocupaban todos los muros del patio de la Secretaría de Educación Pública. En años posteriores hizo constar su querencia por los retablos europeos de los siglos XIII y XIV, en los cuales los santos aparecen grandes y la gente corriente pequeña, llenando el fondo”.
EN LOS EXTREMOS
Trotamundos infatigable, John Rodrigo Dos Passos había nacido en Chicago el 14 de enero de 1896. Estudió en la Universidad de Harvard y se graduó en 1916. Viajó a España para estudiar arquitectura, pero al estallar la Primera Guerra Mundial se alistó como voluntario en el servicio de ambulancias. Estuvo en Francia e Italia —en donde conoció a Hemingway—, y usó esas experiencias para escribir La iniciación de un hombre: 1917 (1920) y Tres soldados (1922). Más tarde, publicó la novela Manhattan Transfer (1925), retrato lóbrego y convulso de una sociedad “sometida al dominio absoluto del dinero”, en la que introdujo técnicas de montaje periodístico y cinematográfico, a modo de collage. Simpatizante comunista, manifestó su rechazo a la controversial ejecución de los inmigrantes anarquistas Sacco y Vanzetti, acusados de robo y asesinato. En 1929 contrajo matrimonio con Katherine Smith, fallecida en un accidente automovilístico en 1947, y tras dos años se casó con Elizabeth Holridge, con la que tuvo una hija en 1950.
De su obra destacan: Rocinante vuelve al camino (1922), volumen de ensayos que recorre España, y los libros de viajes Orient Express (1927) y En todos los países (1934), además de las memorias Años inolvidables (1966), que recuperan recuerdos de juventud previos al agrio desencanto político que sufrió cuando, al visitar la España republicana, descubrió que su amigo y traductor José Robles Pazos, había sido asesinado por policías comunistas. Esta tragedia “rompió la armonía que había conseguido establecer con la realidad”, explica el escritor Ignacio Martínez de Pisón al presentar una traducción al español de los Años: “fue el detonante, y con ello saltaron por los aires los pilares que sustentaban esa armonía (...) se acabó el izquierdista activo, se acabó el amigo de Hemingway. El cambio fue radical, y pronto, ya en los 40, Dos Passos se parecería muy poco al de la década anterior”.
NOVELA REPORTAJE
En opinión de Doctorow, la trilogía USA es ”la novela como mural, con héroes de sociedad que emergen entre las llamas de la historia, mientras las masas de figuras diminutas se afanan penosamente a sus pies”. Compuesta por Paralelo 42 (1930), 1919 (1932) y El gran dinero (1936), “corresponde al periodo de orientación izquierdista del autor”, señala el historiador británico Eric Hobsbawn en su Historia del siglo XX, y las secciones encabezadas con los títulos Noticiario y El ojo de la cámara, que se intercalan en la narración, representan el origen de la edad de oro del reportaje, un término que el “reportero frenético” Egon Erwin Kish había puesto en boga, y “que alcanzó en los años 20 la condición de género aceptado de literatura con contenido de crítica social (pues) ensalzaba el valor de los hechos frente al entretenimiento popular que la izquierda europea había condenado como el opio del pueblo”, pormenoriza Hobsbawn.
Dos Passos vivió sus últimos años en una granja de Virginia, y murió en Baltimore, a causa de un infarto cardíaco, el 28 de septiembre de 1970. En la segunda mitad de su carrera publicó la trilogía Distrito de Columbia (1952), “una defensa del sistema de libre empresa” compuesta por las novelas Aventuras de un joven (1939), El número uno (1943) y El gran proyecto (1949); y también Ocasiones y protestas (1964), que acentuó su tendencia conservadora. Sin embargo, en la edición en un solo tomo de su trilogía sin héroe (1938), había manifestado con convicción: “USA es la tajada de un continente, es un grupo de holdings empresariales, algunos sindicatos, un paquete de leyes encuadernadas en piel, un canal de radio, una cadena de cines, un repertorio de citas borradas y reescritas por un chico de la Western Union en una pizarra, una biblioteca pública repleta de periódicos viejos y manoseados libros de historia con protestas garabateadas en los márgenes (...) Pero, sobre todo, USA es el habla de un pueblo”.