BERLÍN. Durante 70 años, el ministerio de Finanzas del Land de Baviera tuvo un problema cuyas raíces comenzaron a crecer cuando un joven pintor aficionado decidió, a causa de un fracaso académico, convertirse en d
Durante 70 años, el ministerio de Finanzas del Land de Baviera tuvo un problema cuyas raíces comenzaron a crecer cuando un joven pintor aficionado decidió, a causa de un fracaso académico, convertirse en dictador. En la primavera de 1907, Adolf Hitler intentó, junto a otros 133 candidatos, ingresar a la Academia de Bellas Artes de Viena. Tras dos exámenes, sólo 28 jóvenes fueron admitidos y el nombre de Hitler no figuraba en la lista de elegidos.
“Estaba convencido de que aprobar el examen sería un juego de niños. Estaba tan convencido que, cuando recibí el resultado, fue como si cayera un rayo del cielo sobre mí”, relataría más tarde el pintor frustrado. El fracaso convirtió a Hitler en aprendiz de dictador y lo impulsó para escribir un libro famoso y maldito que causó dolores de cabeza a los funcionarios del Ministerio de Finanzas bávaro a causa de una sentencia que se dictó en Múnich en 1948. El banquillo de los acusados que se celebró en octubre de ese año en la capital bávara estaba vacío y tampoco había un abogado que defendiera al acusado ausente, una contrariedad que no irritó a nadie en la sala por una razón de sentido común. El acusado, Adolf Hitler, se había suicidado con una pistola Walther calibre 7.65 milímetros el 30 de abril de 1945, en la soledad de su búnker en Berlín. El proceso fue breve y la decisión de la Corte otorgó al Ministerio de Finanzas de Baviera un título legal inédito. El juez, señalando que no era necesario mencionar las razones para declarar culpable al exdictador, sentenció que todos sus bienes en Baviera, incluidos los derechos de autor del libro Mi lucha, debían ser confiscados y pasar a manos de la administración bávara. La sentencia convirtió al ministerio de Finanzas bávaro en el propietario de los derechos de autor del libro, pero el regalo de la justicia, en lugar de enriquecer las arcas en ese entonces casi vacías del estado bávaro, obligó al ministerio a llevar a cabo una solitaria cruzada para impedir que la obra magna del Fürher volviera a ser editada en el planeta, una odisea que llega a su fin el próximo 31 de diciembre, fecha en que caduca el copyright de Mi lucha, medida que hará posible que cualquier editorial pueda volver a imprimirlo. Confrontado a la fatídica fecha, hace cinco años el prestigioso Instituto de Historia Contemporánea de Múnich tuvo una idea audaz y polémica. Para evitar nuevas ediciones financiadas por partidos de ultraderecha y nostálgicos del Führer, el Instituto ofreció reeditar el libro, pero con comentarios críticos. Tras una furiosa lucha con las autoridades bávaras, el Instituto recibió la luz verde en 2012 y encargó a cinco eminentes historiadores la tarea de analizar con lupa los comentarios y las ideas que plasmó Hitler en su famoso libro. El resultado ya está en la imprenta y, a comienzos de 2016, Mi lucha, una edición crítica llegará a las librerías alemanas en dos tomos, una edición de dos mil páginas con tres mil 500 anotaciones y a un precio de 59 euros. “Esta edición crítica que presentamos tiene dos direcciones muy concretas: es una edición de carácter académico y persigue también una función moral”, dijo el director del Instituto de Historia Contemporánea, Andreas Wirschig, en un encuentro con corresponsales extranjeros en Berlín. “Habría sido irresponsable permitir que semejante texto circulara a partir del 1 de enero sin equiparlo con comentarios que lo contextualicen”, añadió.