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Hoy es martes, 26 de noviembre de 2024

"Se me acabaron los motivos que me hacían feliz"…"La historia de La Grillito"…

• Célebre personaje de la comuna paceña, narra parte de su historia como la famosa Grillito Dionicio Lara La Paz, Baja California Sur.- Desde hacía días había yo recibido la orden mi director de que buscase a

"Se me acabaron los motivos que me hacían feliz"…"La historia de La Grillito"…

"Se me acabaron los motivos que me hacían feliz"…"La historia de La Grillito"… • Célebre personaje de la comuna paceña, narra parte de su historia como la famosa Grillito Dionicio Lara La Paz, Baja California Sur.- Desde hacía días había yo recibido la orden mi director de que buscase a la famosa “Grillito”, célebre personaje de en la comuna paceña pues mi director me había encargado que por medio de este diario El Independiente contáramos parte de la vida de este célebre personaje…

"La historia de La Grillito"

Ayer definitivamente me dediqué a buscarla. Me informaron que se la pasaba a las afueras de La Mercería Armenta, frente al jardín Velazco; en la banqueta del Sears (antes Dorian’s) por 16 de Septiembre centro, o también a las afueras de El Ferry, por 16 de septiembre y Revolución. Y por fin, a “La Grillito”, cuyo verdadero nombre, según me dijo es María de Jesús Sánchez Velázquez, me la encontré en este último lugar, donde aceptó abrirse con este servidor. Ahí la encontré sentada en su silla de ruedas, con su vieja guitarra a su lado izquierdo recostada en la pared de aquel comercio y su muñeco que por sus palabras supe se llama Alberto, parado como firme guardián, a su costado derecho. Sumida en su soledad, en medio de esas tinieblas que han de ocasionar la ceguera. “Nací en Ixtlán del Río, Nayarit, pero me criaron en Los Mochis, Sinaloa”, me explica y me comenta que su madre se llamaba Catalina Velázquez y su padre Vicente Sánchez. — ¿Desde cuándo padeces la ceguera? –le pregunto, y luego me da su respuesta: “Así nací…” — ¿Por qué siempre traes contigo ese muñeco? –trato de saber y me lo explica: “Porque es el recuerdo de mi esposo”, me responde, lo que provoca mi inquietud por ahondar en el tema: — ¿Cómo está eso?, a ver platícame: “Si, mi esposo era un chaparrito que medía 1 metro 15 centímetros, verás lee lo que dice ahí...” Y en efecto, en el pecho del muñeco hay un letrero que dice: “Soy Alberto, nací el 8 abril de 1943 a las 5 de la mañana. Mi estatura, es así… nunca dejaré a mi grillito, gracias a todos ustedes. Atte. Alberto”. “Alberto era mi esposo…. Era chaparrito, chaparrito…, pero muy buena gente… yo lo quise mucho…”, me dice. — ¿Y qué pasó con él? –le pregunto, y con cierta pena me responde: “Se ahogó en un rio, allá en Ahome Sinaloa, fue en enero de 1977”. —Después de él, ¿has conocido otro hombre…? “Sí, aquí en La Paz, conocí a Mario Alberto, era un hombre que vendía rosas en el malecón; él me hizo muy feliz porque me motivaba mucho, y yo podía ver a través de sus ojos cuando me llevaba por el malecón y en sus pláticas me dibujaba todo lo que miraba. Me decía, aquí hay estas figuras, allá hay tales cosas, acá está una estatua de esto, de aquello… y me regalaba una rosa… todo eso me hacía muy feliz…” — ¿Y qué pasó con Mario Alberto? “También se me fue, después de que le pegó una enfermedad que lo hacía toser mucho y echaba bolas de sangre por la boca… murió el 15 de enero de 2015… y ahora después de que murió, entre más días pasan, siento que la vida se me está yendo para abajo para abajo… para abajo”. Y después de reflexionar un poco, me dice algo que presiento le brota desde el fondo de su alma: “Los seres humanos siempre necesitamos de alguien que se preocupe por nosotros; y cuando ese alguien se nos va, con él también se nos va la vida… y ya no hay razón para vivir…” — ¿Cuántos años tienes Grillito? “Siete dos” –me dice. — ¿72…? —ratifico preguntándole y escucho un débil: “Sí... 72”. — ¿Tienes familia…? –sigo preguntando y me responde: “Una hermana, vive en Ciudad Constitución, he ido a visitarla, pero no nos llevamos bien”. — ¿Me quieres platicar de ella…? –y su respuesta brota con un dejo de tristeza y enojo: “No. Porque es parte de mi sufrimiento. Pero te voy a platicar algo: desgraciadamente yo no quería venirme a este estado, pero después de que en enero de 1977 murió mi chaparrito Alberto, en abril mi hermana con engaños se trajo a mi mamá diciéndole que estaba muy desesperada porque no hallaba dónde dejar a sus hijos y que quería ponerse a trabajar…y no sé qué cosas más, hasta que la convenció… entonces yo le dije yo a mi mamá: “mira mi Nigio, porque a ella le decían La Grillito y yo de cariño le decía “Nigio” , si quieres ve tú y échale una vuelta a mi hermana, y si de veras nos necesita, nos vamos… entonces me dijo mi mamá: ¡No. Aquí se hace lo que yo digo y ya… Nos vamos porque nos vamos y cállate, ¡no hables más! Entonces yo le dije: conste, que te quede muy bien grabado en tu cabeza que yo no quiero irme, porque presiento que yo no voy a ser feliz en ese estado… y la verdad yo no lo he sido feliz”. — ¿Y tus padres, ya murieron…? “Si mis padres vivieran, yo no estaría aquí”. — ¿Sufres Grillito? “Sí sufro, porque no tengo a alguien que me quiera… sufro mucho cuando las aguas de las lluvias me azotan y que en medio de esta oscuridad me encuentro en las banquetas y no sé qué hacer, porque tengo que trabajar y se me moja mi ropa, mi guitarra, mi Alberto… por todo eso sufro…Y te diré algo más: antes era feliz, porque yo sentía el cariño de todos, de mi mamá, de mi papá, de mi esposo…”. — ¿En estas épocas decembrinas, sufres más? –le vuelvo a preguntar y me responde con una leve sonrisa: “Bueno, sí y no, porque es cuando la gente me ayuda más. Pero te voy a platicar otra cosa: en estos tiempos me refugio en mis antepasados, en mi madre, en mi Alberto, allá en una casa que tengo en Olas Altas, que me dio el gobierno”. ¿Te han hecho daño alguna vez? ¿Te han robado…? “Sí, la gente borracha me ha tumbada de la silla, me han golpeado y me han robado dinero, mi guitarra y mi muñeco y no he recuperado nada…” — ¿Has dormido en las banquetas? “Sí, en ocasiones no he sacado lo suficiente para pagar el taxi que me lleve de regreso a mi casa y he tenido que dormir en la banqueta”. — ¿Dónde te gustaría pasar los últimos momentos de tu vida? “Yo quisiera irme, no para mi tierra que no la conozco, pero sí para Sinaloa que es donde me crie, siento que yo sería más feliz allá, que la considero mi tierra, ya he ido y estado a gusto y feliz allá... porque, yo me quedaría en La Paz si tuviera algún motivo pa’quedarme, algo que me hiciera feliz pero ya no tengo un motivo que me haga feliz. Por eso yo prefiero irme a Sinaloa aunque ya cansada me metieran a un asilo allá… pero aquí no…” —Bien, Grillito, ha sido un placer estar contigo todo este rato (le comento) a lo que enseguida me expresó… “No te vayas. Quiero cantarte una canción que le compuse a Alberto… más bien son dos canciones, a ver cuál te parece más triste: Y me canta la primera, que se llama El Adiós a un Amigo: “Este lugar está triste, porque desde que te fuiste, no te volviste a ver más… también, la banca en que te sentabas, cuando a mí me acompañabas, hoy solo quedan recuerdos… Yo, que a Dios por ti le pedía… que continuaras con vida y que fueras muy feliz… ya ves, hoy te has ido para siempre y ya no volveré a verte, y eso me hace sufrir…” Después con su hermosa voz, La Grillito me cantaría: Sin ti no Quiero la Vida: “Para que quiero la vida, si tú ya no estás aquí, desde el día de tu partida, para siempre te perdí, por eso es que con tristeza, te dedico esta canción para mi tú no te has ido, estas en mi corazón… Bien recuerdo que en las noches, siempre íbamos a pasear, tú me dabas una rosa pa’que la arrojara al mar, al pasar por los lugares, donde andábamos tú y yo, mis ojos se llenan de agua, y mi pecho de dolor…” —Gracias, eres muy linda… la verdad es que me hiciste llorar, déjame darte un beso… -partí del lugar,sin antes dejarle un recado que me habían solicitado-… “De parte de mi Director, te manda decir que él es el chaparrito que te trae café en tiempo de frio, pero que ya no lo regañes... y que ojala te encuentres muy bien”….

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