MILÁN.
Cuando Jorge Mario Bergoglio decidió quedarse a vivir en la casa de Santa Martha, celebrar misa ahí como un sacerdote cualquiera en una simplísima capilla y de pasear casi libremente para encontrar a la gente común, no sólamente estaba dando un mensaje de austeridad sobre su persona, sino trataba de poner el ejemplo a todos en el Vaticano donde ahí, las jerarquías van siempre acompañadas de lujos.
Han pasado ya 967 días desde que el argentino se convirtiera en el primer Papa latinoamericano en llegar a la Santa Sed
e. Era el 13 de marzo de 2013 cuando después del quinto escrutinio, Bergoglio fue electo como pontífice luego de que Benedicto XVI fuera el primer Papa en renunciar a su cargo en más de 500 años, envuelto por una serie de escándalos que el mundo conocería como VatiLeaks.
El fin de semana pasado, la Santa Sede arrestó al sacerdote español Lucio Ángel Vallejo Balda y la laica Francesca Chaouqui, ambos autodenominados como el “economista del Papa” y la “comisaria del Papa”, respectivamente, acusados por filtrar documentos confidenciales que tienen que ver con las reformas económicas de la Curia que ha impulsado el Papa desde hace ya casi 2 años y 8 meses que lleva al frente de la Santa Sede.
Después de un mes intensìsimo para la vida de la Iglesia, luego de que concluyera el Sinodo de los obispos, donde no faltaron episodios como la supuesta enfermedad del Papa, entre otros, pareciera que el lunes por la noche un nuevo VatiLeaks estaba surgiendo al darse a conocer el arresto de estos dos funcionarios que formaban parte de la comisión de investigaciones sobre las finanzas vaticanas y cuyas filtraciones habrían alimentado dos libros que saldrán a la venta mañana, a pesar de haber jurado secreto profesional.
Viacrucis y Avarizia, los
dos libros que saldrán mañana en Italia y varios países del mundo,
narran a detalle cómo los gastos en el Vaticano siguen siendo escandalosos, a pesar de los múltiples ejemplos de austeridad que ha dado el
papa Francisco desde el inicio de su pontificado.
Viacrucis, del periodista Gianluigi Nuzzi (acusado por la Santa Sede en 2012 de haber utilizado los documentos filtrados por el que fuera mayordomo de Joseph Ratzinger para su libro Su Santidad) y que saldrá en 23 países, explica a detalle los excesivos gastos en algunas áreas del Vaticano, y sobre todo la falta de claridad en pagos e incluso, en desaparición de mercancía, tal como lo documenta que ocurre en el Gobernatorado, donde en dos años han desaparecido 1.6 millones de euros.
“El Papa, durante una reunión a puerta cerrada, invoca claridad: ‘Antes de cada adquisición se deben pedir al menos tres presupuestos para poder elegir el más conveniente’, respondía así el Papa a uno de los responsables del Gobernatorado quien explicaba que ya tenía las facturas listas para proceder con los pagos.
El Papa responda con una sola palabra: claridad. Claridad en las compras y en los pagos, de los cuales ya tenía conocimiento que había un total descontrol.
Asimismo, el libro Avarizia, del periodista Emiliano Fittipaldi, narra también con lujo de detalles, la riqueza por doquier del Vaticano, entre propiedades inmobiliarias que suman cuatro mil millones de euros y quizá aún más escandaloso, el mundo de las limosnas u ofertas destinadas a la beneficencia que nunca vienen utilizadas por los más pobres sino acumuladas en cuentas e inversiones de los monseñores de la Curia.
Fittipaldi, periodista del Expresso, narra también en Avarizia decenas de escándalos financieros en el Vaticano, donde, por ejemplo, las fundaciones dedicadas a los niños enfermos, utilizan las donaciones para restructurar casas de cardenales importantes, o empresarios cercanos al Vaticano, a pesar del anuncio de limpieza que se haría en la banca Vaticana.
“A pesar de tantos anuncios, todavía se sigue escondiendo el dinero al IOR. Inversiones millonarias, por ejemplo, del Bambino Gesù, hospital financiado por el Estado Italiano y que en su caja fuerte tiene un fondo secreto de 427 millones de euros”, escribe Fittipaldi en su libro que debe salir también mañana.
Y como narra Fittipaldi en su libro, parte del fondo secreto del hospital Bambino Gesú, habrían ido a parar a la restructuración del ático del exsecretario de Estado Vaticano, Tarcisio Bertone, la cual habría costado cerca de 200 mil euros. Un botón de muestra de lo que algunos cardenales hacen con el dinero de las ofertas y la beneficencia.
Los dos cuervos como ahora se les conoce a Lucio Ángel Vallejo Balda y Francesca Chaouqui, juran haber reaccionado para “ayudar al Papa y para vencer la guerra contra ciertos sectores que se opondrìan a la renovación y a la transparencia impulsada por Bergoglio.
Al parecer, la “generosa” ayuda de estos exfuncionarios, no debió haber sido vista con muy buenos ojos, pues fue justo el Papa quien personalmente aprobó el arresto de estos personajes, que de acuerdo a las distintas crónicas periodísticas, no soprendió a muchos.