Christian González
San José del Cabo, Baja California Sur.- Localizado a unos 30 kilómetros al norte de San José del Cabo se localiza un pintoresco pueblo rico en tradiciones artesanales y gastronómicas, y es que, hablar de Miraflores, es hablar de un lugar que por cientos de años ha mantenido sus raíces y tranquilidad con la que recibe a los visitantes.
La ya conocida ‘‘Feria de la Pitahaya’’, la cual tiene sus origines desde el año 1991, cada año reúne a decenas de familias que disfrutan de variedad de eventos deportivos y culturales, así como la coronación de la Reyna de dicha festividad.
Viviendas antiguas construidas a base de palma, carrizo, ladrillo y madera de árbol de chino también forman parte de la historia del pueblo. Aquí se elaboran artesanías de piel y muebles rústicos, tales como cinturones, huaraches, bolsas, portavasos, sillas, comedores, poltronas, etc., en lo tocante a la tradición culinaria, esta se basa en la machaca de res, queso y chorizo regional, sopa fresca, empanadas de carne, tamales, birria de chivo, y variedad de dulces en almíbar.
El arte de la talabartería se resiste al olvido, comenta don Jesús Beltrán, quien por más de 30 años se ha dedicado a la elaboración de productos de piel en la comunidad de Miraflores. Relata que el gusto por este oficio inició cuando era niño.
Su primer contacto con la piel de animales se dio cuando cursaba la escuela primaria, pues explicó que hace algunos años los profesores impartían talleres a los alumnos, en los que se encontraba la talabartería. Cuando ingresó al nivel secundaria, decidió seguir ampliando sus conocimientos, y fue así que años después optó por dedicarse de lleno a este oficio.
‘‘Trabajo la piel de res y chivo, todos los trabajos los hago a mano; cintos, bolsas, huaraches, sillas para montar, y otros cosas. El cuero se consigue en los rastros o ranchos que hay por aquí, uno de mis hermanos es quien curte la piel, primero se sala y después hay que esperar a que quede lista’’
‘‘ Para hacer una silla de montar me llevo aproximadamente 20 días, la gente busca mucho los huaraches y los cinturones, también me traen sillas para que las arregle, trabajo sobre pedido y también ponemos a la venta el material que vaya saliendo’’ relató
En sus manos se encuentran las huellas de años de trabajo, esfuerzo y responsabilidad por sacar adelante a los suyos. Añadió que su trabajo ha trascendido barreras nacionales e internacionales, pues cada año su taller es visitado por turistas que acuden a comprar alguna de sus piezas.
‘‘Cuando hay temporada alta de turismo me visitan americanos y se llevan algunos de los trabajo que hago. Me han pedido que les forre hieleras, buscan mucho los portavasos y las bolsas. Aquí me la llevo casi todo el día en el taller’’
‘‘Tengo hijos, pero ellos decidieron estudiar una carrera profesional, les he enseñado este arte y tienen conocimiento de cómo se trabaja, me gusta mucho lo que hago, de no haberme dedicado a esto yo creo que quizá hubiera sido comerciante o algo así, no sé, no me he puesto a pensar detenidamente a que me hubiera dedicado de no ser talabartero’’ citó
Don ‘‘Campy’’, como cariñosamente es conocido entre los habitantes del lugar, lamentó que sean pocos los espacios creados para la promoción de las artesanías cabeñas, y consideró que ante la falta de promoción, se ha ido sepultando el mercado de arte.
‘‘La verdad son muy pocos los apoyos que hay, hace algunos años hacían exposiciones para dar a conocer el trabajo de los artesanos de la región, pero de un de repente dejaron de hacerlo. Ojalá que haya más promoción y programas, ya es muy raro encontrar artesanos, es un oficio que no debe quedar en el olvido’’ concluyó
Miraflores se ha distinguido por gente como don Jesús Beltrán, quien con el trabajo de sus manos ha ayudado a mantener vivas las tradiciones artesanales de este pintoresco pueblo. En cada pieza que fabrica, las cuales han llegado a gente de varias partes del mundo, deja plasmada su alma, conocimiento y pasión… La talabartería.
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