WASHINGTON, 24 de septiembre.
– El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, destacó ayer su alianza con el papa Francisco en asuntos como el acercamiento hacia Cuba y los refugiados, al recibir al pontífice en la Casa Blanca y elogiar su “ejemplo moral”.
Su Santidad, con sus palabras y acciones, usted establece un profundo ejemplo moral. Y en los recordatorios suaves, pero firmes de nuestras obligaciones con Dios y el prójimo nos sacude la complacencia”, dijo Obama sobre el Papa, con él al lado, en un breve discurso en la ceremonia oficial de bienvenida a la Casa Blanca.
Obama agradece a Papa Francisco
El Presidente quiso darle las gracias por “su inestimable apoyo” al “nuevo comienzo” entre Estados Unidos y Cuba, que ofrece, a su juicio, la “promesa” de una mejor relación bilateral, mayor cooperación en todo el continente y “una vida mejor para el pueblo cubano”.
Tanto el gobierno de Estados Unidos como el de
Cuba han reconocido el papel crucial que desempeñó el Papa en las conversaciones secretas que derivaron en el acuerdo anunciado en diciembre para la normalización de las relaciones bilaterales y el restablecimiento de los lazos diplomáticos.
Sin citar en concreto el caso de Cuba, en su discurso el santo padre elogió ante Obama los esfuerzos hechos recientemente para “reparar las relaciones rotas” y “abrir nuevas puertas de cooperación” en la humanidad.
Por otro lado, el Presidente recordó que el mensaje de misericordia del pontífice, que llegó el martes a Washington procedente de Cuba, abarca desde “los refugiados que escapan de tierras en guerra hasta los inmigrantes que dejan sus casas en busca de una vida mejor”.
A la ceremonia oficial de bienvenida, celebrada en los jardínes de la Casa Blanca en una mañana soleada, asistieron más de 11 mil invitados, sin contar al personal del recinto, militares, seguridad, periodistas y miembros de los partidos Demócrata y Republicano.
El acto contó con la actuación del coro de góspel de la iglesia de San Agustín, la más antigua de la comunidad católica negra de Washington, y al final Obama, su esposa, Michelle, y el pontífice subieron al balcón de la Casa Blanca para saludar a los invitados.
Entre esos invitados figuraban algunos de origen argentino como Maritza Gueler, quien explicó que le resultó “bastante difícil ver al Papa”, porque “el escenario no estaba muy alto y había demasiada cámara”.
También estaba entre los invitados la niña hispana Jersey Vargas, de 11 años y quien visitó el año pasado al Papa en el Vaticano para pedirle que intercediera para evitar la deportación de su padre, de origen mexicano e indocumentado.
El pontífice escuchó entonces a la menor y su padre, Mario Vargas, fue liberado.
“Voy a necesitar otra oportunidad”, contó la niña, que quería acercarse a Jorge Mario Bergoglio de nuevo en Washington y no ha podido hacerlo.
Tras la ceremonia, Obama y el santo padre se reunieron en privado durante unos cuarenta minutos en La Oficina Oval, donde no hicieron declaraciones ni respondieron a preguntas de los periodistas.
Antes de llegar a Estados Unidos para su primera visita al país, Francisco afrontaba críticas conservadoras hacia sus opiniones económicas. En su vuelo desde Cuba, el Papa dijo a la prensa que algunas personas podrían tener una impresión poco precisa de que está “un poco cargado hacia la izquierda”.
Estoy seguro de que nunca ha dicho nada que vaya más allá de lo que pregona la doctrina social de la Iglesia”, dijo.
En cuanto a los conservadores que ponen en duda que sea un auténtico católico, añadió bromeando “si tengo que recitar el Credo, estoy dispuesto”.
Pese a todo el interés en los discursos de Francisco, sus encuentros sin guión en los que se verá con
migrantes, presos y personas sin hogar podrían resultar memorables.