• La detonación de santuarios musulmanes en Palmira tiene su origen en el robo de reliquias para venderlas en el mercado negro global
México.- La destrucción de los santuarios musulmanes en la antigua ciudad de Palmira, en el desierto de Siria, tiene su origen en el robo de miles de reliquias para venderlas en el mercado internacional, por lo que no se trata de un acto por repudio histórico y religioso a cargo del grupo de radicales del Estado Islámico, sino una estrategia para ocultar el saqueo de los templos.
La arqueóloga Joanne Farchakh, quien ha investigado durante años las antiguas ciudades de Oriente Medio, denunció que los ataques a los templos de Palmira, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, ocurridos desde junio pasado a la fecha, son para encubrir las evidencias del robo de cientos piezas que datan de hace más de dos mil años, y que en países europeos se vende a altos precios.
Esta destrucción esconde el ingreso de Isis y venden las piezas antes de que destruyan los templos. Tienen un precio para vender y cuando lo toman, destruyen el sitio y la destrucción pretende esconder el nivel de robo. Destruyen la evidencia. Por lo que nadie sabe lo que fue tomado antes, ni lo que fue destruido”, declaró la investigadora al periódico británico The Independent.
En el reporte del diario, la especialista señaló que los videos difundidos por los medios de comunicación internacionales son parte del montaje para alarmar a la comunidad, y distraer su atención con la destrucción de la ciudad cuando en realidad las reliquias de gran valor histórico y comercial se venden en el mercado ilegal.
Cuando empezó la destrucción arqueológica en Irak y Siria, empezó con martillos, grandes máquinas, destruyendo todo rápidamente en la película. Toda la gente que participaba vestía como si fueran en el tiempo del profeta. Pero ahora no sólo afirman que están destruyendo un sitio, sino que tienen a los grupos de derechos humanos y las Naciones Unidas para decirlo. El planeta ve las imágenes que ellos liberan según su propio calendario”, explicó.
En su informe, Farchakh abundó que al tomar el control de la ciudad Palimira, Isis modificó la estrategia para adquirir poder, y mientras en otros casos se basaba en la historia ahora los invasores decidieron destruir toda memoria con un interés genuino en el mercado que ofrece millones de dólares por una reliquia de los dioses.
No habrá un antes de la historia, por lo que no habrá un después. No tendrán ninguna memoria”, lamentó la investigadora, quien también documentó la destrucción de los zocos y mezquitas de las ciudades sirias de Aleppo y Homs en 2011.
En mayo pasado la milicia kurda tomó la ciudad Tall Abyad, y desde entonces se han documentado, a través de videos y fotografías difundidos por los combatientes, la destrucción de los templos. Los radicales del Estado Islámico han atacado en las zonas que dominan en Irak varios sitios y museos arqueológicos, así como mausoleos islámicos y mezquitas
Una de las tumbas destruidas es la de Mohammed bin Ali, un descendiente de Ali bin Abi Taleb, ubicada en una zona montañosa al norte de Palmira. También las ruinas asirias de Nimrud del siglo XIII a. C. y de Hatra, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO; el Museo de la Civilización de la ciudad de Mosul y el yacimiento de Dur Sharrukin, capital asiria durante el reinado de Sargón II (722 - 705 a. C.)
De igual forma demolieron el santuario de Shagaf, conocido como Abu Behaedin, una figura religiosa de Palmira que data de hace 500 años. Además atacaron el Templo de Baal Shamin, uno de los lugares más importantes de la antigua ciudad siria de Palmira. Este templo fue construido hace dos mil años y su parte interior resultó severamente dañada por la explosión, que también provocó el colapso de las columnas circundantes. El propio grupo extremista difundió una serie fotográfica del momento de la destrucción.
En total, más de 300 emplazamientos históricos sirios han sido dañados, destruidos o saqueados, e incluso los militantes extremistas decapitaron a Khaled al Asaad, un hombre de 82 años de edad que durante medio siglo fue el encargado de la conservación de las antigüedades en Palmira.
El Estado Islámico considera las obras religiosas preislámicas, en especial las estatuas, como símbolos religiosos, y en ello justifican la destrucción de varias joyas arqueológicas en Irak. Aunque para la arqueóloga Farchakh todo es un “teatro”, pues detrás de las explosiones en cada templo, hay una venta ilegal de sus reliquias.
Cada antigüedad, Isis la vende. Se está llevando miles de millones de dólares. El mercado está allí; todo tiene una oferta. Daesh está ganando en cada paso que toma, cada destrucción”, insistió.
El secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, se limitó a condenar los ataques del grupo terrorista: “Estos ataques de terror bárbaros se suman a una larga lista de crímenes cometidos desde hace cuatro años en Siria contra sus habitantes y su patrimonio”, lamentó en un comunicado.
Palmira fue en los siglos I y II uno de los centros culturales más importantes del mundo antiguo, y punto de encuentro de las caravanas en la Ruta de la Seda que atravesaban el desierto del centro de Siria. Antes del inicio de la guerra, en marzo de 2011, sus ruinas eran una de las principales atracciones turísticas del Estado árabe.