TOKIO, 15 de septiembre.– Con el fin de contrarrestar la baja natalidad en Japón, existe una nueva opción para que los hijos de los funcionarios sean atendidos mientras ellos trabajan.
El gobierno japonés experimenta ahora en la zona de Tokio, donde se encuentran los edificios del gobierno, con la instalación de “viveros”, como se conoce en este país a las guarderías.
El recinto visitado por Excélsior tiene capacidad para 24 niños, pero ante una mayor demanda podría aceptar seis más. La cuota por el cuidado de un recién nacido oscila alrededor de los 50 mil yenes (unos tres mil 583 pesos) al mes.
En ese “vivero”, donde los pequeños pueden estar a partir de los 57 días de nacidos y hasta los seis años, una de las normas más importantes es que no puede haber más de tres bebés de cero años.
Este diario pudo comprobar que las instalaciones son seguras. Por ejemplo: no se permite tomar fotografías, existen varios filtros de seguridad para entrar y, sobre todo, está diseñado para los menores. No hay nada improvisado: las profesoras que trabajan en ese lugar deben contar con un alto grado de capacitación.
La encargada del “vivero” hizo énfasis en que para prestar este servicio ordinario a 24 niños se necesita una alta capacitación, aunque dejó claro que hace falta más gente titulada para ese ramo.
Un bebé puede estar desde las 7 de la mañana hasta las 10 de la noche; además, las instalaciones cuentan con videovigilancia, mediante la cual los padres pueden observar las actividades de sus hijos desde sus puestos de trabajo.
Este programa busca incentivar a los japoneses en edad productiva a tener hijos y con ello enfrentar la baja natalidad en el país. En Japón, al igual que en otras economías avanzadas del mundo, las mujeres profesionistas buscan primero consolidarse en sus trabajos y después piensan en crear familias.
De acuerdo con algunas estimaciones, hasta 70% de las japonesas deja sus trabajos después de tener al primer hijo. El Foro Económico Mundial afirma que Japón es uno de los peores países en igualdad de género en el trabajo.
Las actitudes sociales no ayudan, toda vez que las mujeres casadas y que trabajan son consideradas oniyome o “esposas malvadas”.
El primer ministro Shinzo Abe recientemente anunció planes de largo plazo para aumentar la participación femenina en la economía, mejorando las condiciones laborales y con incentivos, pero se han visto pocos resultados.
La tasa de natalidad de Japón es de sólo 1.43 nacimientos por mujer, muy por debajo de la cifra de 2.1 necesaria para que una población se mantenga estable. De hecho, el tema es visto como un problema de seguridad nacional.
En Japón ya hay una crisis demográfica. En 2006 la población de este país empezó a encogerse y, si las tendencias persisten, la sociedad nipona perderá un tercio de sus componentes hacia el año 2060.
El “vivero” que Excélsior fue autorizado a visitar cuenta con la particularidad de estar abierto a la comunidad externa y no sólo a los funcionarios públicos, aunque la posibilidad de que un niño entre ahí está condicionada a que haya lugar.
Un artículo de la Funds Society señala que en Japón no hay suficientes guarderías, lo cual suena un poco contradictorio, porque el número de recién nacidos está cayendo desde hace años.
Según el sitio, la primera razón de que la natalidad en Japón vaya a la baja es porque cada vez más mujeres optan por carreras de tiempo completo, y por eso la demanda de cuidado infantil va en aumento.
Los niveles de empleo femenino en Japón siguen aumentando entre las mujeres de 20 a 30 años; al mismo tiempo, los bebés inscritos en los “viveros” superaron ese dato y, de acuerdo con el gobierno japonés, las guarderías de las zonas urbanas suelen tener largas filas en lista de espera para conseguir un lugar.
Plan de gobierno
En 2014, el gobierno anunció un plan integral para incrementar la fecundidad a 1.8 hijos por mujer, pues el 1.43 que hoy registra Japón es la mitad de lo requerido para el reemplazo generacional, según cifras de la ONU, citadas por el grupo Brian Life International.
De acuerdo con el diario Asahi Shimbun, el segundo más grande de Japón, el número de los nacimientos en el país llegó a su cifra más baja en 2013, cuando la tasa de mortalidad fue la más alta desde la Segunda Guerra Mundial. Funcionarios del Ministerio de Salud determinaron que la población del país disminuyó 244 mil personas en ese año.
La visión a largo plazo de la nueva política del gobierno es mantener la población japonesa alrededor de los 100 millones, por lo menos hasta 2060, alentando y ayudando a los jóvenes a casarse y tener hijos.
Un reciente editorial del diario en inglés Japan Times señaló que “la primera baja en la tasa de natalidad japonesa –es decir, el número promedio de niños que se estima da a luz una mujer durante su vida– en nueve años puede indicar que los esfuerzos del gobierno por salvar la baja tasa de natalidad no han tenido muchos de los efectos buscados”. Pero advirtió también que no se trata de una cuestión de resultados inmediatos, sino de mantener los esfuerzos.
Parte de la estrategia delineada por el plan del gobierno es alentar a los jóvenes a reubicarse fuera de las regiones metropolitanas, impulsando la creación de empleo en pequeñas comunidades que ahora están en peligro de desaparecer por falta de habitantes.