CIUDAD DE MÉXICO.- El arte actual “es intrascendente” considera Juan Reyes Haro (1940), quien está llegando a los 75 años pintando como lo dictaba la vieja escuela. Así lo ha hecho desde la década de los sesenta cuando estudió en la Academia de San Carlos y aprendió la “cocina, el abecedario” de la pintura, hoy tan ausente en la formación de los artistas conceptuales, considera. Algunos han dado en llamarlo surrealista y creador de realismo mágico, él insiste en nombrarse artista fantástico. Sus obras están cargadas de seres extraños, de mundos ilusorios que remiten a los sueños, alegorías que anclan su razón de ser en temas bíblicos y mitológicos. “Este mundo yo creo que nace desde que yo era niño, tuve un abuelo que era muy fantasioso, era cristero de Guadalajara y a mi madre le gustaba mucho dibujar, nos hacía unos soldados que sacaba del Larousse, los hacia grandes y los pegaba en cartón para ponérnoslos como boliche, mi hermano y yo jugábamos cada quien con sus soldados. Mi papá quería ser médico y mandaba a mi mamá al Chopo a que le dibujara huesos y cosas de ese tipo y a mí me encantaba ver lo que había ahí, un carnero con dos cabezas, muchas cosas raras. Eso influyó a que yo también sea muy mentiroso, muy creativo”, dice. En 1963 ingresó a la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM, ahí conoció a su esposa, la también pintora Guillermina H. Zenteno. Ambos han reunido algunas obras de su colección particular para armar la exposición Universos paralelos. Tierra y aire que se exhibe hasta el 1 de octubre en la Galería de Arte de la Secretaría de Economía. Los dos comparten la idea de que el mercado está desplazando al arte y que las nuevas generaciones de artistas deben regresar a los fundamentos del color y del trazo. El empuje del arte contemporáneo, opina Reyes Haro, “es una moda, las modas siempre van cambiando, pero el arte tiene un abecedario, tiene una cocina, y eso es de lo que parece no darse cuenta la gente, lo que se quiere es tener algo que se pueda comprar y desechar, pero el arte siempre tiene su fundamento, tiene un conocimiento. A mis alumnos les decía que si hacían arte abstracto los reprobaba, porque necesitaban conocer el abecedario de cómo se hace el arte, de cómo se hace un color, qué efectos hay de un color sobre otro, hoy ya no importa nada de eso, lo más importante es la efectividad que se pueda dar”, afirma. Reyes Haro y Zenteno han acompañado su trabajo en el arte con la docencia. Han sido profesores en todos los niveles y también han enseñado en La Esmeralda. A partir de 1996 decidieron dejar de manera definitiva las aulas para consagrarse enteramente a la pintura. Él creando sus mundos fantásticos con una aproximación marcada hacia el realismo, ella pintando paisajes que rinden tributo al color. Los dos han encontrado en la pintura su lenguaje y afirman estar al servicio de ella. “Cuando comienzo a trabajar, a pintar y comienza a manchar la pintura salen una serie de formas, así como cuando uno ve las nubes o el herrumbre y dice ‘mira se parece a una cascada, un árbol, tiene cara de un elefante, de perro’, hay formas que descubrir, cada individuo lo trae y lo descubre según su estado de ánimo, cuando me pongo a trabajar si quiero ver águilas o leones surgen por todos lados, los descubro inmediatamente. Uno se condiciona a la mancha, no la mancha se condiciona a uno, nosotros nos inducimos en el efecto y es ahí cuando uno empieza a imaginar, a crear”, dice el pintor. “Los jóvenes de ahora quieren todo rápido y fácil, para conocer los colores se necesita practicarlos, se necesita saber qué efectos nos van a dar, hay cuadros que se ennegrecen, que se transforman, los muchachos de ahora ya no quieren pensar, lo que están haciendo es retórica, lo que tienen que hacer es convencer a la gente, hay más texto de lo que se hace, no creo que se estén emocionando para dar algo, la importancia del arte es que mueva a la gente, si no hubiera color sería tétrico, el color es importantísimo, los artistas son quienes pueden dárnoslos, todo el arte da otro punto de vista del que cada quien trae”, opina ella. Ellos son pintores clásicos. Idolatran a los grandes artistas del Renacimiento y han adquirido su oficio. Trabajan de manera tradicional, arman sus propios bastidores, preparan sus telas y pigmentos como se hacía y se enseñaba en la Academia. Ahí prácticamente vivían, de siete de la mañana a diez de la noche, tomaban clases de perspectiva, de historia del arte mundial, de anatomía, cátedras hoy casi desaparecidas. Zenteno y Reyes Haro han reunido más de 40 óleos en esta exposición. Sus cuadros muestran pasión por el detalle, el color, la forma, la mancha, la composición, el equilibrio. Ella firma como GHZenteno, ha ganado premios como La Primera Bienal Olga Costa, otorgado por el maestro Manuel Chávez Morado y en 1963 realizó su primera exposición; él ha participado en exposiciones colectivas e individuales desde ese año también; la más reciente fue en 2010, en la Galería Alfredo Ginocchio. “El arte purifica. Mi obra es una obra fantástica, ha variado de cuando comencé a lo que ahora tengo, como que ha ido madurando, se ha ido perfeccionando, como que se ha ido llenando de pensamiento, lo más importante es lo que el artista da, lo que el artista deja, en el cuadro están los estados de ánimos, los yoes que tiene el artista constantemente, neurótico o romántico, de diferentes momentos. El arte actual no es trascendente. Lo que se busca actualmente ya no es trascendencia”, agrega el pintor. ¿Dónde y cuándo? Universos paralelos. Tierra y aire se exhibe en la Galería de Arte de la Secretaría de Economía, que se ubica en Alfonso Reyes 30, colonia Condesa.