• Fueron dos situaciones las que la orillaron a sacar a su hijo de la escuela especial ubicada en la colonia Magisterial, en San José del Cabo, la primera por maltratos de la niñera del transporte escolar y la segunda de parte del profesor y la monitora de su aula Pamela Padilla Soto San José del Cabo, Baja California Sur.- “Lo saqué porque con esta es la segunda vez que me lo golpeaban en el CAM, la primera vez en el transporte escolar la niñera y la segunda el profesor de su aula”, compartió una madre de familia a quien llamaremos Ana, ya que prefirió omitir su identidad. Reveló que fue el año pasado cuando al bajarse del transporte escolar, su hijo con autismo tenía golpes y arañazos con sangre en el rostro, por lo que cuestionó a la niñera de nombre Karla, quien dijo no saber lo que le había pasado, sin embargo, la señora le advirtió que si ella había sido, su hijo se lo haría saber y tomaría cartas en el asunto. “Le pregunté a mi hijo y él me explicó todo, como lo golpeó, lo aventó y le jalaba la cara y el pelo y que lo aventaba al piso, cuando voy y reclamo a la directora, me dice que ella no tiene nada que ver y me manda al DIF y cuando llego al DIF para carearme con la niñera y el chofer, lo primero que me doy cuenta es que se quitó las uñas acrílicas que traía un día antes y luego cuando mi hijo los vio entrar, corrió a esconderse detrás de mi, al ver eso la presidenta de inmediato le dijo que estaba despedida, pero el chofer hasta la fecha sigue siendo el mismo”, compartió con El Independiente. Aproximadamente unos 5 meses después, relató la señora Ana, su hijo ya no quería ir a la escuela, pero aún lo dejaba por su necesidad de trabajar, sin embargo, un lunes que llegaron tarde decidió quedarse detrás de la reja durante los honores y se dio cuenta que la monitora, sin motivo alguno, lo jaló y lo metió al salón mientras todos estaban afuera. “Cuando abren la puerta me regreso y le voy a pedir una explicación y me dijo que porque mi hijo estaba alterado, lo que le negué pues yo vi todo y no era cierto, pero de ahí no la saqué, entonces mi hijo comenzó a llorar y más tarde me hace saber que la maestra le pegó, que lo encerró en el baño, que les pegaba en la cabeza y que lo dejaba sin comer lunch, lo que noté porque llegaba completito todo a la casa porque no lo ayudaban a abrir su lonchera y llegaba muerto de hambre”, reveló. Cuando se sentó a hablar con la directora del Centro de Atención Múltiple “Margarita Gómez Palacio Muñóz”, está le comentó que no era posible que los maestros lo violentaran y cuando frente a ella, la señora Ana preguntó a su hijo cómo le hacían los maestros, el niño comenzó a jalarse el pelo, golpearse en la cabeza con los puños y un lápiz y al solicitarle llamara al profesor Rogelio para tener una explicación al respecto, lo negó por estar en clases. Aunado a lo anterior, lamentó que al estar hablando al respecto con la directora y exponiéndole que otro compañero de clases de su hijo había puesto al tanto a su mamá de que le pasaba lo mismo, comenzara a hablarle mal acerca de esa familia, “ella me dice, no le puedes creer a un niño que tiene crisis y que lo medica un psiquiátrico al igual que a su mamá, no se meta en lo que no le importa, atienda sus asuntos, a lo que yo le respondí que no tenía derecho de expresarse así de otros padres de familia”. De estos acontecimientos Ana decidió acudir al ministerio público a pedir una asesoría y hacerle un chequeo médico a su hijo, más no levantó una denuncia, sin embargo, ahora está decidida a hacerlo, pues con el paso del tiempo su hijo de igual forma le comentó que le apretaban los testículos. Antes de sacar a su hijo de la escuela, le firmó un documento a la directora, en el que se hacía el compromiso de que una vez que el maestro del aula fuera despedido, el hijo de la señora Ana regresaría, sin embargo, recientemente le informó que no podía despedirlo y que de regresar, tendría que recursar con el mismo profesor. “Ya iré a denunciar y hacer todo esto formal, porque se me hace injusto que la escuela permita esos abusos y que minimice a los niños por las diferencias que tienen, las madres siempre les entendemos y creemos a nuestros hijos, pero siempre pienso en que hay niños que no se pueden expresar o mover y no tienen cómo defenderse y eso se me hace demasiado injusto y triste”, concluyó.

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