‘‘Un kilo de tortilla hay que hacerlo rendir hasta por tres días’’
Christian González
San José del Cabo, Baja California Sur.- El alimento diario son tortillas y frijoles. La humilde vivienda es habitada por una familia de cinco integrantes cuyo jefe, debe realizar arduas jornadas de trabajo para llevar sustento a los suyos. Al igual que la mayoría de las viviendas del lugar, no se cuenta con una sala, baño, cocina, muchos menos un refrigerador.
¿Carne o pescado? muy pocas veces, el dinero ya ni para eso nos alcanza
Entre los endebles domicilios que colindan con el monte, está el de la señora Graciela López, quien detrás de una cerca que fue construida con palos y trozos de alambre, recibe a la visita. ¿En qué le puedo ayudar? cuestionó la mujer con su hijo en brazos.
El ladrido de algunos perros despertaron la curiosidad de vecinos, y varias siluetas rápidamente se divisaron asomándose entre los domicilios aledaños. ‘‘Pues mire, quienes vivimos en esta invasión es porque realmente tenemos necesidad, aquí todos somos pobres, no nos queda de otra que seguir adelante’’
‘‘Hay días en los que de plano si estamos muy apretados con el dinero, apenas alcanza para comer. Las tortillas y los frijoles nunca deben faltar, la carne o pescado muy pocas veces está en nuestra mesa, hay familias que con trabajos completan las dos comidas al día’’ compartió
La vivienda de la familia López, no cuenta con un piso firme y bajo un techo construido con tablas y lonas deben soportar los embates de la madre naturaleza. Con la llegada de las lluvias, corren el riesgo de empaparse dentro de la humilde casa, mientras que en invierno el frio se cuela por todos lados.
Al fondo de la casa, dos bloques que fueron colocados en el suelo sostienen una desgastada parrilla a la que llaman cocina, y, debajo de esta, aún se aprecian pedazos de leña con los que se preparó el desayuno. Quienes habitan en este lugar, no cuentan con servicio de agua potable y alcantarillado, en tanto que la energía eléctrica la obtienen a través de tableros comunitarios, o bien; se cuelgan mediante los denominados ‘‘diablitos’’.
En las mismas condiciones se encuentran decenas de familias que invadieron los predios, y el temor por ser desalojados los acecha día y noche. Doña Graciela, concluyó diciendo que no pierde la esperanza de contar algún día con una vivienda digna y que las autoridades los volteen a ver.
‘‘Ojalá que nos tomen en cuenta en los programas de apoyo, sería de mucha ayuda para nosotros, con el nuevo cambio de gobierno, pues esperamos que realmente nos vaya un poco mejor’’ finalizó
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