La delegación nacional en el encuentro cubano participará, sobre todo, con intervención de grafiti y arte sonoro Agencia México.-La décima segunda edición de la Bienal de La Habana carece de una exhibición centr
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México.-La décima segunda edición de la Bienal de La Habana carece de una exhibición central en museos o galerías, en contraste con ocasiones anteriores. Son sus calles, edificios, plazas públicas y parques donde se despliegan las obras de 200 artistas de 44 países, entre ellos seis mexicanos, quienes buscan involucrarse con la ciudad.
El arte ha trascendido limitaciones inherentes a otras disciplinas; su condición simbólica le permite determinadas licencias a la hora de mezclar saberes. Por eso, más que nombrar las prácticas, nos interesa acompañar procesos de creación transdisciplinarios que impliquen colaboraciones”, explica Jorge Fernández Torres, director de la bienal que lleva por título Entre la idea y la experiencia.
Es entonces que Carlos Amorales, Gilberto Esparza, Héctor Zamora, Dr. Lakra, Demián Flores y Sandra Calvo —artistas que integran la delegación mexicana— ocupan literalmente la ciudad a través de sus antiguos edificios, calles y plazas con proyectos que establecen un contacto directo con los habitantes y, así, reflexionan sobre su entorno loca.
Es el caso de Ensayo sobre lo fluido, de Héctor Zamora, que consiste en una intervención sonora y lumínica en la Escuela de Música de la Universidad de la Artes, abandonada desde los años 60 cuando su construcción quedó inconclusa. La pieza iluminará el viejo edificio como un gesto a su deterioro; mientras que 70 músicos interpretarán la sinfonía de Wilma Alba, con lo que se reactiva el espacio en un sentido metafórico.
Gilberto Esparza presenta BioSono 1.0, un instrumento para transitar por los canales de aguas contaminadas en la ciudad, y a partir de un proceso electrónico se producirán sonidos durante su trayecto. La acción se sustenta en las investigaciones del artista sobre las aguas residuales en la Ciudad de México.
La pieza simula un contenedor de aguas que transitará por los ríos y canales, cuyo registro y sonidos serán un puente de contacto con la ciudad y sus problemas cotidianos. Este ejercicio responde a la propuesta del director de la bienal al plantear que los proyectos deben funcionar como laboratorios sociales.
En ello radica también la intervención con grafiti de Dr. Lakra Untitled (Omar nació para asesinar) (2011), quien trabajó la pieza en público. Además de la instalación Arquitectura sin arquitectos, de Sandra Calvo, que recrea a escala real una casa de una zona marginada de Bogotá, construida sin planos previos.
Calvo reproduce la vivienda con un tendido de hilos y presenta todos los elementos del espacio con la idea de generar una reflexión sobre las condiciones sociales de las zonas marginadas cuyo entorno se piensa para resolver problemas momentáneos, no a largo plazo.
Por su parte, Demián Flores participa con dos proyectos de arte urbano producidos en La Curtiduría, espacio de arte en Oaxaca. Se trata de Gráfica móvil y Rótulos. El primero se integra por más de 300 linóleos de 270 artistas, los cuales están en un dispositivo móvil conectado a una prensa que imprimirá y obsequiará grabados por las calles de La Habana.
Con Rótulos, Flores recorrerá locales comerciales formales e informales de la ciudad para recopilar experiencias e historias de las personas que los atiendan y traducir eso en imágenes, como una forma de visualizar la cotidianidad de la isla.
Así los proyectos, que se exhibirán hasta el 22 de junio, más que presentarse como obras de arte inaccesibles buscan “sentir la ciudad y su gente”. “Involucrar a sus comunidades, sus micro-políticas y micro-espacios de socialización”, concluye el director.
Sergio Hernández lleva su rojo prehispánico a la isla.
En el marco de la apertura de la XII Bienal de La Habana, la exposición Los ardientes, obra del artista mexicano Sergio Hernández, se inauguró en el Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba, con la presencia de Rafael Tovar y de Teresa, presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), y Julián González Toledo, ministro de Cultura de Cuba.
La muestra individual, que permanecerá hasta el próximo 6 de septiembre, está conformada por 22 piezas (óleos y grabados) que aluden al color rojo como “símbolo cosmogónico prehispánico de la eterna lucha del hombre y que se convierte en un puente entre las culturas de Cuba y México”.
Hernández señaló que sus obras están inspiradas en Crucifixión, del pintor Matthias Grünewald, nacido en 1470. “Nada define mejor a Sergio Hernández, cuya obra pertenece a esa línea de arte mexicano milenario que continúa hasta hoy y se integra al arte universal”, afirmó Tovar y de Teresa.