Gilberto Santisteban Flores

La Paz, Baja California Sur.- Este fin de semana que concluyó, no sólo se vivió una intensa jornada de crímenes de alto impacto, sino que junto con esta ola de violencia, los encargados de llevarles las noticias hasta sus hogares recibieron dese amenazas hasta agresiones por parte de elementos de seguridad.

El caso de mi colega y compañero, Antonio Cervantes fue el punto de partida para manifestar la molestia de cada una de las personas que estamos inmiscuidos en el mundo de la información, en una labor que en más de una ocasión se ha visto mermada por la falta de sensibilidad de los agentes que operan en el área.

Antonio Cervantes, reportero de distintos medios de comunicación como MegaCanal y semanario El Zeta, fue agredido físicamente por un efectivo de la Policía Estatal Preventiva cuando intentaba tomar imágenes de la balacera ocurrida el sábado por la tarde en una gasolinera en Forjadores y Colosio.

El emisario de la noticia, con el respeto y profesionalismo que le caracteriza, del que muchos reporteros podemos dar testimonio, con cámara en mano, comenzó a grabar todo el operativo que surgía entorno a la camioneta “rafagueada”.

Antonio Cervantes, con los años de experiencia que lleva encima conoce los límites y derechos que un periodista tiene en la escena del crimen, fronteras que en ningún momento violó.

Aun así, un estatal obstaculizó y entorpeció la labor informativa del reportero, altercado que terminó con agresiones físicas en contra del informador.

Las embestidas en contra de los corresponsales no terminaron, en esa misma escena, un agente de la Seguridad Pública, Policía Preventiva y Tránsito Municipal y otro de la Policía Ministerial me prohibieron que tomará fotografías en la zona, a pesar de que ni siquiera me encontraba a cerca del acordonamiento que impide mi paso.

Al no acceder a su petición, puesto que en ningún momento quebranté la cadena de custodia, el ministerial cuyo rostro estaba cubierto, me encaró y me amenazó con quitarme mi equipo de trabajo, en un claro intento de frenar el ejercicio de libertad de expresión.

El incidente en el que me vi envuelto, claramente no tiene ni punto de comparación con el de mi colega Antonio Cervantes, sin embargo, no es la primera vez que elementos de la Policía Ministerial me cercan el paso para revisar mi celular y mi cámara, por lo cual, sólo lo escribo como un referente.

Destaco, que hemos accedido a plantear nuestros disgustos e inquietudes con las autoridades de las instancias de seguridad, asimismo como reporteros hemos asistido a los cursos que han impartido para respetar los límites que tenemos en las escenas del crimen.

A pesar de que algunos reporteros hemos intentado llegar a un acuerdo con los titulares de Seguridad Pública, hoy surge el cuestionamiento: ¿De verdad existe el interés para sensibilizar a los agentes con respecto al trabajo de la prensa? porque en muchas ocasiones se nos ha tratado como si fuéramos el enemigo a perseguir.

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